El 17 de mayo de 1920 nació en la barriada de El Guarataro (Caracas), el poeta, humorista y periodista Aquiles Nazoa. De niño trabajó como botones del hotel Majestic de la capital, y como repartidor en bicicleta y telefonista, hasta ingresar como empaquetador al diario El Universal. En adelante su vida quedó atrapada entre periódicos, tertulias, versos y libros. La escritura lo amarró para siempre. En 1948 le fue otorgado el Premio Nacional de Periodismo.
El poder de imaginar
El Ruiseñor de Catuche estuvo dotado de un providencial talento creador, siempre atento al sentimiento popular. Y la inclinación social de su obra en verso, para nada desdice si se la compara con la producción de Andrés Eloy Blanco, autor de Giraluna y Baedeker 2000. Ambos labraron un camino intelectual propio.
En el caso de Aquiles su imaginación se tradujo en textos como Los martirios de Colón, donde en forma picaresca ofrece escenas de la vida del navegante. En La torta que puso Adán, Aquiles, en forma de parodia, simula un diálogo entre Dios y San Miguel: “Dios: Hecha la Tierra y el mar y el crepúsculo y la aurora, me parece que ya es hora de acostarme a descansar.- San Miguel: ¿Terminasteis el Edén?.- Dios: Hombre, claro, por supuesto, y aunque peque de inmodesto, me parece que está bien. Es sin duda lo mejor de cuanto hasta hoy he creado”.
Confinamiento
De especial sensibilidad social, Aquiles Nazoa siempre se identificó con las corrientes de izquierda del país. En tiempos de M. Pérez Jiménez, participó activamente en movilizaciones que contribuyeron al derrocamiento del dictador, lo cual le llevó a un exilio de tres años en Bolivia.
Durante los años ‘60, el gobierno de Rómulo Betancourt le confinó a Villa de Cura, en cuya vida cultural se involucró, participando en actividades del Club Italiano y presentando, según indica el historiador Oldman Botello, una exposición de fotografías donde dirá “Villa de Cura tiene en Giuseppe Girlando su más puntual cronista y el intérprete más sensible de su paisaje.
En los rostros que dan expresión a nuestra semblanza colectiva, ha trascendido… para incursionar en… el folklore, la tipología popular”.
“Los poderes creadores”
Escrito de un modo que recuerda la oración homónima de la Iglesia Católica, el autor de Humor y amor ofreció con su poema El Credo, un estilo vanguardista y desenvuelto, metáforas y afirmaciones que le han asegurado un espacio entre las mejores composiciones de la Venezuela contemporánea; en lenguaje que a ratos recuerda a Nicanor Parra, a un Maiakowsky, y a ratos a Walt Witman, dice: “Creo en Pablo Picasso, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra; creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones… y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero”.
Animador cultural
Aquiles incursionó en la TV con su programa “Las cosas más sencillas”, transmitido por la Televisora Nacional, según recuerda Franklin Padilla, de forma “diferente por la temática, el registro poético del discurso y talante oportunamente humorístico que él sabía dosificar”.
Con naturalidad, disertaba sobre la perinola, el Renacimiento, la vela o la historia de Charles Lindberg. Habiendo sido redactor de prestigiosos diarios y revistas, Aquiles Nazoa publicó libros de ensayo y crónicas que aún hoy se reeditan, como Caracas, física y espiritual; Vida privada de las muñecas de trapo, y Humor y amor, y en poesía El Ruiseñor de Catuche, El silbador de iguanas, El burro flautista, Humor y amor, y Pan y circo, entre otros. En la parroquia San Juan de Caracas, funciona hoy el cine Aquiles Nazoa.
