Un diagnóstico temprano y hábitos saludables pueden ser determinantes en la prevención del Parkinson, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones globalmente. Científicos afirman que, si bien no existe cura definitiva, ciertos comportamientos diarios pueden disminuir significativamente el riesgo y cuidar la salud cerebral.
El Parkinson se caracteriza por una pérdida de dopamina en el cerebro, una sustancia indispensable para el control de movimientos. Estudios recientes muestran que el consumo regular de café o té, con al menos dos o tres tazas diarias, puede reducir el riesgo en un 25% a 30%. Esto se debe a los polifenoles y cafeína presentes en estas bebidas, que disminuyen el estrés oxidativo y la inflamación en el cerebro, factores claves en el desarrollo de la enfermedad.
El segundo hábito recomendado es reducir la exposición a químicos peligrosos. Productos de limpieza en aerosol, adhesivos y removedores de pintura contienen tricloetileno y percloroetileno, sustancias vinculadas con mayor riesgo de Parkinson. Evitar estos productos y optar por alternativas más seguras puede marcar una diferencia.
El tercer consejo apunta a limitar la exposición a pesticidas, especialmente en zonas agrícolas. Optar por alimentos orgánicos, frutas y verduras libres de pesticidas, ayuda a reducir los riesgos asociados.
Finalmente, la calidad del agua que consumimos también es crucial. Estos metales pesados y pesticidas, que pueden filtrarse desde tuberías viejas o por la agricultura intensiva, se relacionan con la aparición de Parkinson. Es recomendable cambiar los filtros de agua con regularidad para garantizar un consumo más seguro.
Implementar estos hábitos no solo puede proteger la salud cerebral, sino que también podría cambiar el rumbo de la enfermedad del Parkinson, promoviendo una vida más saludable y consciente.

