El 6 de agosto de 1945, un avión bombardero estadounidense llamado Enola Gay se dirigió hacia el oeste de Japón. El objetivo era la ciudad de Hiroshima, donde detonó una bomba atómica a las 8.15 de la mañana, describe un documento del Bradbury Science Museum, el museo público oficial del Laboratorio Nacional de Los Álamos, en Estados Unidos.
La bomba atómica, que recibió el nombre de Little Boy, era una bomba de uranio y pesaba unos 4400 kilogramos. Explotó a más de 450 metros sobre la ciudad con una fuerza de 15 000 toneladas de trinitrotolueno (TNT), lo que provocó efectos devastadores.

Es probable que esa persona muriera inmediatamente, ya que el intenso calor en el centro de la explosión habría superado los 7000 grados Fahrenheit, lo suficientemente caliente como para matar rápidamente a cualquiera. Pero una huella sombría de su cuerpo quedó grabada en los escalones de piedra.
Y esta marca no estaba sola: la intensidad de la bomba creó las llamadas sombras nucleares en toda la zona del suelo bajo la explosión, como si hubiera congelado la ciudad en el tiempo.
Ahora, 80 años después de la bomba, las sombras nucleares de Hiroshima siguen siendo un testimonio escalofriante y conmovedor de uno de los días más trascendentales de la historia de la humanidad.
Cómo se formaron las sombras nucleares de Hiroshima
La bomba atómica de 10 000 libras que detonó sobre Hiroshima liberó una enorme cantidad de energía (equivalente a unas 15 000 toneladas de TNT) en una fracción de segundo. Esa energía se manifestó de varias formas: luz, calor, radiación y presión.
El intenso calor de la explosión arrasó Hiroshima a una velocidad de 186 000 millas por segundo y terminó tan rápido como había comenzado, según el Estudio sobre Bombardeos Estratégicos de los Estados Unidos, un informe oficial sobre los efectos de los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki.
La explosión quemó instantáneamente todo lo que se encontraba en un radio de 2900 metros, carbonizando los árboles y emitiendo una luz ultravioleta tan potente que blanqueó superficies no combustibles como la piedra y el hormigón.
Este proceso es el que creó las sombras nucleares: no son los restos de personas y objetos destruidos por la explosión, sino que quedaron grabadas como un negativo fotográfico en lugares que habían quedado protegidos de la destructiva trayectoria del calor y la luz radiantes.
El Banco Sumitomo, a solo 260 metros del hipocentro de la bomba, fue uno de los aproximadamente 70 000 edificios de Hiroshima que la bomba dañó o destruyó. “Las paredes exteriores de hormigón armado [del banco] permanecieron en pie, pero la mayor parte del interior quedó completamente calcinado”, describe Ariyuki Fukushima, conservador del Museo Memorial de la Paz de Hiroshima.
Y aunque los escalones de granito del banco conservaron su forma, Fukushima señala que “los intensos rayos de calor de la bomba atómica hicieron que se decoloraran y palidecieran”. La persona que se encontraba en los escalones durante la explosión protegió una parte de ellos de los rayos de calor, creando así la sombra.
El mismo proceso creó sombras de clavos, escaleras y otros objetos en las calles y edificios de toda la ciudad.
Consecuencias de la bomba atómica de Hiroshima
Como consecuencia inmediata, la bomba atómica de Hiroshima destruyó 8 kilómetros cuadrados de la ciudad, asegura el Museo.
Asimismo, aproximadamente el 70 % de los edificios quedaron arrasados y quemados, detalla la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés), una coalición de organizaciones no gubernamentales de cien países que promueven la adhesión y la aplicación del Tratado de las Naciones Unidas sobre la Prohibición de las Armas Nucleares.
Ante tan grande explosión, miles de vidas sufrieron las consecuencias. Para finales de 1945, unas 140 000 personas murieron en esa ciudad japonesa como resultado del bombardeo. Y miles de supervivientes se vieron afectados debido a las quemaduras, las heridas y los efectos de la exposición a la radiación, reconocen ICAN y la Enciclopedia Británica, una plataforma informativa de referencia mundial con más de 250 años de historia.
Dado que gran parte de la ciudad quedó arrasada, los supervivientes del ataque no pudieron recibir atención inmediata y adecuada. Según la coalición internacional, el 90% del profesional médico y de enfermería murió o resultó herido y 42 de los 45 hospitales quedaron inoperativos.
Además, luego del bombardeo aumentó la incidencia de leucemia y de cáncer de tiroides, mama y pulmón, entre otros.









