Pese a estar sancionado por denuncias de abuso sexual, el cardenal Cipriani ha reaparecido en actos oficiales en Roma, justo antes del cónclave que elegirá al nuevo papa. Su presencia ha provocado indignación entre víctimas, organizaciones de derechos humanos y sectores eclesiásticos que exigen coherencia con la política de “tolerancia cero” impulsada por el fallecido papa Francisco.
Cipriani, miembro del Opus Dei y arzobispo emérito de Lima, fue sancionado por el Vaticano en enero de este año tras confirmarse una investigación por pederastia. Las medidas impuestas le prohíben usar insignias, vivir en Perú y participar en actividades públicas sin permiso expreso. Sin embargo, en los últimos días se le ha visto en eventos oficiales vistiendo los símbolos cardenalicios, e incluso participando en reuniones informales con otros prelados.
El caso fue confirmado por el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, quien admitió que las restricciones siguen en pie, aunque dejó entrever que se habrían hecho “excepciones” por motivos personales. “Si no se ha tomado ninguna decisión adicional, cada uno debe sacar sus propias conclusiones”, dijo Bruni ante la insistencia de la prensa.

Cardenal Cipriani reaparece y genera repudio
Las críticas no tardaron en llegar. La Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos en Perú denunció que la presencia de Cipriani “revictimiza a las personas que han denunciado” y contradice abiertamente el mensaje de justicia que la Iglesia ha intentado transmitir en los últimos años. “Esto es una ofensa. Una burla para las víctimas”, declaró un vocero de la organización.
La víctima, hoy de 58 años, acusa a Cipriani de haber abusado de él cuando era adolescente en un centro del Opus Dei en Lima. La denuncia fue elevada directamente al papa Francisco en 2018, lo que motivó la investigación y posterior sanción.
La polémica se agrava porque no es el único escándalo presente en la antesala del cónclave. También el cardenal italiano Giovanni Angelo Becciu, sancionado por corrupción, apareció en Roma intentando influir en el proceso. Aunque Becciu anunció que no participará formalmente, su presencia confirma que sectores cuestionados siguen ejerciendo presión.
La reincorporación pública de Cipriani, sin explicaciones claras, pone en entredicho el verdadero compromiso del Vaticano con las reformas promovidas por Francisco. “No puede haber credibilidad si los sancionados se pasean libremente como si nada hubiera pasado”, opinó una periodista vaticanista consultada por medios italianos.
En un momento crucial para la Iglesia, donde se define su liderazgo futuro, la falta de coherencia en la aplicación de sanciones lanza un mensaje alarmante. Las víctimas esperan justicia, no silencios. Y la sociedad exige una institución que actúe con la firmeza que prometió.