Lo que siempre hemos sabido fue comprobado en un estudio científico: los impactos climáticos extremos no son solo el resultado de emisiones globales (CO2) abstractas, sino que “se pueden vincular directamente a estilos de vida y elecciones de inversión”.
Para entender la emergencia climática: Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son la liberación de compuestos químicos a la atmósfera que atrapan el calor del sol y contribuyen al calentamiento global. Estos gases son los principales responsables del cambio climático y se miden en toneladas de CO2 equivalente (tCO2e) para comparar su impacto.
Probablemente ya has escuchado las críticas sobre la manera como Elon Musk o Tailor Swift emiten CO2 con sus viajes en jets privados. Pero si fuera solo por los viajes en sus aviones a lo mejor el problema no fuera tan grave.
Un nuevo estudio publicado en la revista científica Nature, revela que la desigualdad en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) no solo existe entre países, sino también dentro de ellos, y que los grupos más ricos tienen una responsabilidad desproporcionada en la emergencia climática.

La magnitud de esta injusticia climática
Imagina esto un pequeño grupo de millonarios y grandes corporaciones contamina más que miles de millones de personas juntas. Suena a distopía, pero es la cruda realidad que es sustentada por los especialistas que participaron en la investigación.
Los datos muestran que los efectos del aumento de la temperatura del planeta son “especialmente graves en regiones tropicales vulnerables como la Amazonia, el Sudeste Asiático y el sur de África”, y que históricamente son los que menos contaminan.
Los responsables de la emergencia climática
En la publicación científica hacen énfasis en que “la injusticia climática persiste, ya que los menos responsables suelen ser los más afectados”.
Estos son los datos:
–El 10% más rico de la población mundial (aproximadamente 800 millones de personas) es responsable del 66% del calentamiento global acumulado entre 1990 y 2020.
-El 1% más rico (unos 80 millones) contribuyó con 20% de las emisiones, una cifra que supera en 20 veces la huella de carbono promedio por persona.
Impacto en eventos extremos
Las emisiones de este grupo han intensificado olas de calor extremas en una proporción 7 veces mayor que el promedio global. En el caso del 1% más rico, el impacto es 26 veces superior.
En la Amazonía, su influencia en las sequías es 6 veces mayor (10% más rico) y hasta 17 veces mayor (1% más rico).
El papel de EE.UU. y China
Las emisiones del 10% más rico de estos dos países han provocado un incremento de 2 a 3 veces en la frecuencia de olas de calor en regiones vulnerables, como el Sudeste Asiático y África.
La injusticia climática. ¿Quién paga las consecuencias?
Mientras los principales responsables son las economías desarrolladas y las élites globales, las consecuencias las sufren quienes menos han contribuido al problema:
- Comunidades en países en desarrollo, que enfrentan sequías, inundaciones y pérdida de cultivos.
- Poblaciones indígenas, cuyos territorios son devastados por la deforestación y el calentamiento.
- Generaciones futuras, que heredarán un planeta más inestable.
¿Qué hacemos con estos datos?
El estudio no solo expone una realidad incómoda e injusta, sino que plantea preguntas urgentes para la política climática:
- ¿Deben establecerse impuestos a las emisiones de lujo, como vuelos privados o megayates?
- ¿Cómo garantizar que los países ricos financien la adaptación climática en el Sur Global?
- ¿Es hora de que las corporaciones y las élites rindan cuentas por su impacto ambiental?
Si en la COP 30, que será en Brasil a finales de año, donde se expresa la potencialidad de la política climática, no se abordan la desigualdad en las emisiones y la lucha contra el cambio climático tal vez solo vamos a presenciar una cumbre más.