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Dimite director de ayuda humanitaria en Gaza en medio de críticas por privatización del reparto de asistencia

Jake Wood, exmarine estadounidense y fundador de Team Rubicon, renunció este fin de semana a su cargo como director ejecutivo de la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), apenas dos meses después de haber asumido la responsabilidad de coordinar la distribución de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza.

Su dimisión ha intensificado el debate sobre la creciente privatización de los esfuerzos de asistencia en la franja de gaza, devastada por casi ocho meses de conflicto.

La GHF fue creada como una iniciativa respaldada por Estados Unidos y aprobada por Israel, con la intención de actuar de forma más eficiente y menos politizada que las agencias tradicionales de Naciones Unidas. Su objetivo era proveer ayuda a más de un millón de gazatíes a través de rutas seguras supervisadas por actores privados y con apoyo logístico de contratistas armados.

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Sin embargo, Wood aseguró que no podía continuar en su cargo al constatar que la operación de ayuda “no era coherente con los principios fundamentales de la acción humanitaria”. En una declaración, afirmó:

“Me pidieron que liderara una operación humanitaria, pero lo que se me ofreció fue una operación política disfrazada. No podía seguir participando en algo que claramente comprometía la neutralidad, independencia e imparcialidad”.

La GHF, con sede en Suiza, ha sido criticada por organizaciones humanitarias y agencias de Naciones Unidas por lo que consideran un modelo que «militariza» la entrega de asistencia y permite a Israel mantener control sobre la distribución y desplazamiento forzado de la población.

El plan, incluía supervisión israelí, presencia de contratistas privados armados y el desvío de las rutas habituales utilizadas por organizaciones como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) o la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA).

Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados, declaró a Reuters: “Este modelo privado de ayuda está diseñado para operar en una zona de guerra activa bajo reglas militares. Esto no es ayuda humanitaria, es una operación paralela que pone en peligro a los civiles”.

Wood por su parte dijo en un comunicado a última hora del domingo que estaba «orgulloso» del trabajo que había realizado en los últimos meses desarrollando un «plan pragmático» que podría alimentar a los gazatíes hambrientos, detener el desvío de suministros de ayuda por parte del grupo militante Hamás y complementar el trabajo de otras agencias internacionales que ya operan en la Franja.

«Sin embargo, está claro que no es posible implementar este plan sin adherirse estrictamente a los principios humanitarios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia, que no abandonaré», dijo.

El negocio continúa en Gaza

Pese a la renuncia de Wood, la GHF ha anunciado que continuará con sus planes de distribuir alimentos, medicinas y suministros a partir de esta misma semana, con el objetivo de alcanzar a más de un millón de personas.

En un comunicado enviado a medios internacionales, la fundación expresó: “Lamentamos profundamente la salida del Sr. Wood. Nuestro compromiso con aliviar el sufrimiento humanitario en Gaza se mantiene firme y estamos preparados para iniciar el reparto inmediato con las garantías de seguridad necesarias”.

Gaza

Pero los obstáculos para esta operación no son solo éticos o logísticos. El contexto en Gaza es cada vez más dramático. El domingo 26 de mayo, un ataque aéreo israelí en Rafah alcanzó una zona cercana a un campo de desplazados donde cientos de civiles habían buscado refugio.

El Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamas, informó que al menos 52 personas murieron, entre ellas 36 que se encontraban en tiendas de campaña en un patio escolar.

Organismos internacionales y defensores de los derechos humanos han pedido una investigación independiente sobre este ataque. La Oficina de Derechos Humanos de la ONU calificó el suceso como “posible crimen de guerra”.

Mientras tanto, la situación humanitaria sigue deteriorándose. Según datos, el 90% de la población gazatí ha sido desplazada desde octubre de 2024, y buena parte de la infraestructura médica y educativa está en ruinas.

La renuncia de Wood refleja la tensión creciente entre el deseo de los gobiernos de imponer estructuras de ayuda controladas y los principios éticos que rigen la acción humanitaria.

Cientos de contratistas de seguridad extranjeros han llegado a Israel durante la última semana antes de su despliegue previsto en Gaza para proteger los convoyes de ayuda y los centros de distribución.

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