La cumbre del G7 que inicia el 15 de junio de 2025 en la localidad canadiense de Kananaskis se anticipa como una de las más complejas y tensas de los últimos años.
Los líderes de las economías más industrializadas del mundo llegan con agendas desalineadas, marcadas por desacuerdos en torno a las sanciones contra Rusia, la política energética, las tensiones comerciales internas y la guerra en Ucrania.
Todo esto bajo la sombra de la presencia confirmada del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Uno de los puntos más delicados será la revisión del precio tope impuesto al petróleo ruso. Desde 2022, este tope fue fijado en 60 dólares por barril, pero la mayoría de los países del G7 —entre ellos la Unión Europea, Reino Unido y Canadá— están listos para reducirlo unilateralmente a 45 dólares.
Estados Unidos, por su parte, no ha tomado aún una decisión definitiva, lo que refleja la fractura interna del grupo en materia de política energética. Según fuentes oficiales, “la falta de consenso entre los socios occidentales refleja prioridades divergentes ante la presión inflacionaria y el temor a una escalada energética”.
G7 busca imponer más sanciones
Asimismo, la cumbre será escenario para debatir una nueva ronda de sanciones contra Rusia. La Unión Europea ya ha planteado una propuesta de 18 medidas adicionales, mientras que Estados Unidos evalúa implementar su propia lista.
Un alto funcionario alemán declaró que el objetivo es ver “cómo alinearán sus estrategias de presión”, pero advirtió que la falta de una narrativa común podría debilitar el impacto colectivo.
La guerra en Ucrania volverá a ocupar un lugar prioritario en la agenda. El presidente Volodímir Zelenski ha confirmado su presencia en Kananaskis con la expectativa de reunirse cara a cara con Donald Trump, quien ha dejado entrever que estaría dispuesto a presionar a Kiev para que acepte una negociación con Moscú.
Zelenski, en cambio, busca asegurar más ayuda militar y financiera para la reconstrucción del país, y reafirmar el respaldo del bloque occidental.
Las diferencias internas del G7 también se extienden al plano económico. El reciente encuentro de ministros de Finanzas del grupo, realizado en Banff, ya dejó entrever las tensiones comerciales.
La política arancelaria impulsada por Estados Unidos generó preocupación en Canadá, Francia y Alemania, que temen una repetición de las disputas vividas durante el mandato anterior de Trump. Los ministros lograron apenas “un acuerdo para abordar los desequilibrios”, pero sin resolver los desacuerdos de fondo.
En este contexto, Canadá —país anfitrión de la cumbre— tomó la iniciativa para ampliar los temas en discusión. Uno de los más relevantes será la propuesta de establecer un marco común para la resiliencia digital.
Con la creación reciente de un Ministerio de Inteligencia Artificial e Innovación Digital, el gobierno canadiense busca posicionarse como líder en la regulación de tecnologías emergentes.
Este tema, aunque menos mediático, podría ganar protagonismo dada la creciente preocupación por la ciberseguridad y el uso ético de la inteligencia artificial.
Otro actor que podría alterar el balance geopolítico es India, invitada especial del G7 en esta edición. El primer ministro Narendra Modi asistirá a la cumbre, en un claro intento de los países occidentales por acercarse a la quinta economía mundial y contrarrestar la influencia de China en el Sur Global.
Finalmente, la logística de seguridad fue intensificada por las autoridades canadienses. Desde el 10 de junio se mantiene un fuerte despliegue de cuerpos policiales y militares en el perímetro del Parque Nacional Kananaskis, donde se celebra el evento. Las medidas incluyen zonas restringidas, control de drones y patrullajes aéreos.
La cumbre se prolongará hasta el 17 de junio. Aunque no se esperan grandes acuerdos formales, los encuentros bilaterales y los posicionamientos públicos podrían definir el rumbo de las relaciones transatlánticas en un momento crítico para el orden global.
Con una guerra en curso, elecciones en Estados Unidos y una creciente polarización interna entre los miembros, el G7 se enfrenta al reto de mantenerse unido en un mundo cada vez más fracturado.
