El Mossad es el principal servicio de inteligencia exterior de Israel y una de las agencias más «temidas» del mundo. Su misión incluye operaciones encubiertas, sabotajes, asesinatos selectivos y recopilación de inteligencia fuera del territorio israelí.
Durante décadas ha operado con impunidad, especialmente contra objetivos iraníes. Científicos nucleares asesinados, ataques cibernéticos como el caso de Stuxnet, y sabotajes a instalaciones estratégicas han sido atribuidos a esta organización.
Sin embargo, esta semana Irán sorprendió al régimen sionista al atacar directamente instalaciones del Mossad dentro de Israel, como parte de la ofensiva bautizada “Promesa Verdadera III”.
El bombardeo destruyó infraestructura clave del Mossad utilizada para planificar y coordinar acciones encubiertas contra la República Islámica. Para Teherán, estas instalaciones eran objetivos militares legítimos.

Minuto a minuto: Israel lanza ataque contra Irán
Este golpe marca un punto de inflexión en el conflicto regional. Irán no solo se ha limitado a defenderse, sino que ha demostrado una capacidad ofensiva avanzada, capaz de vulnerar centros neurálgicos del poder israelí.
Más aún: Israel no lo vio venir. La que es considerada una de las agencias más sofisticadas del mundo fue incapaz de prever, interceptar o evitar el ataque.
El impacto va más allá del plano militar. Se trata de un golpe simbólico al prestigio del Mossad y a la percepción de invulnerabilidad que Israel proyectaba hacia dentro y fuera de sus fronteras.
La operación iraní expone fallas en los sistemas de alerta y plantea dudas sobre la capacidad real del aparato de inteligencia israelí ante un adversario que ya no actúa solo en defensa.
Irán, por su parte, ha dejado claro que las agresiones encubiertas no quedarán sin respuesta. Su mensaje: los centros de poder que planifican ataques, aunque estén en territorio israelí, ya no son intocables.