Sabe que no puede ganar una batalla justa. Por eso no lucha con justicia.
Se infiltra desde dentro, golpea desde las sombras, y usa a sus agentes para agotar a las naciones hasta que su soberanía se derrumbe por puro agotamiento.
Esto no es nuevo.
Occidente es un imperio que ejerce su dominio mediante la infiltración, no la invasión.
El asesinato en lugar del diálogo.
La fabricación del colapso por erosión interna de la víctima.
Y los países del sur global siguen cometiendo el mismo error: creen que lo que ocurre es una crisis gestionable, no un sistema que debe ser destruido.
Aquí no hay un conflicto. Aquí hay un depredador y una presa.
Y si China, Rusia y el mundo emergente no comprenden esta ecuación en su totalidad, serán los siguientes en la mesa del carnicero.
No lo serán por débiles, sino precisamente porque se están levantando. Ese levantamiento es su crimen.
El dolor de Irán es solo el capítulo preliminar. Los demás capítulos ya han sido escritos.
Ucrania fue el ensayo para poner a prueba a Rusia.
Taiwán es la mecha lenta para encender a China.
Y África está ardiendo. Una base tras otra, un golpe tras otro, una bandera falsa tras otra.
Occidente libra una guerra total y continua, incluso cuando la llama “paz”.
Y nosotros respondemos con vacilación, incluso cuando llamamos a nuestra respuesta “Resistencia”.
La descolonización no es posible sin poder. El mundo no se equilibrará con conferencias, declaraciones y ruedas de prensa. Se equilibrará cuando el imperio occidental deje de sentirse seguro en su interior. Cuando sus fronteras sientan lo que sienten nuestras fronteras. Cuando sus ciudades dejen de estar a salvo de las consecuencias graves.
Eso no significa convertirnos en agresores. Significa romper la ilusión de que la paz puede mendigarse a quienes se alimentan de la guerra.
Taiwán debe ser recuperada. Kiev y Odesa deben ser protegidas. Palestina debe ser liberada.
Eso es lo que debe suceder, no por conquistas, sino por equilibrio. Por cerrar el ciclo. Por la verdad.
Los BRICS deben dejar de ser un foro educado de declaraciones, y convertirse en lo que debieron ser desde el principio:
Un eje de corrección, un escudo del sur, el martillo del futuro y la columna vertebral de la resistencia global.
Si Occidente libra una guerra híbrida, la respuesta debe ser una insurrección híbrida:
Política, económica, cultural y militar.
No en un solo frente. En todos los frentes.
Si Irán cae, estamos a las puertas de la guerra.
Pero si Irán resiste, la brujería se volverá contra el hechicero. Y por eso, precisamente, Occidente está aterrorizado.
Por eso mienten, sabotean y escalan, porque por primera vez en generaciones, sienten que el mundo podría escapárseles de las manos.
Que se les escape.
Y si lo que se necesita para romper la columna vertebral del imperio de la arrogancia blanca es una guerra mundial, que así sea.
Porque Occidente es un imperio construido sobre alientos robados, tratados traicionados y fosas comunes.
Y por eso no merece el lujo de morir plácidamente mientras duerme.
El campo de batalla, esta vez, no estará limitado al sur global.