Teherán sale fortalecido del mayor desafío militar en décadas
La ofensiva de Irán contra Israel marcó un giro histórico en el equilibrio de poder en Medio Oriente, dejando a Israel visiblemente golpeado tanto en lo militar como en lo económico, y mostrando al mundo que la “supremacía estratégica” de Tel Aviv puede ser perforada.
El ataque, que combinó misiles balísticos, drones y cohetes de precisión, logró penetrar las defensas israelíes en múltiples puntos, provocando daños en ciudades clave como Tel Aviv, Haifa, Beerseba y Petah Tikva.
El propio gobierno israelí lo reconoció con una frase que retumba en la prensa internacional: «Nunca habíamos sufrido tanto daño desde nuestra fundación», según declaraciones de funcionarios filtradas por medios locales.
El medio libanés Al Mayadeen reseñó que «la capacidad de Irán para coordinar ataques simultáneos, incluso tras sufrir sanciones y aislamiento internacional, demuestra que no solo resistió, sino que se fortaleció».
Entre los objetivos alcanzados se encuentran “instalaciones militares, centros económicos y la bolsa de valores de Tel Aviv”, lo que añade una dimensión simbólica al golpe. Analistas rusos afirman que “por primera vez en décadas, Israel no controla el ritmo de la guerra”.
Desde Teherán, la narrativa es clara. El comandante de la Guardia Revolucionaria declaró: “No buscamos guerra, pero tampoco aceptamos humillación. Israel ha probado por primera vez el sabor del verdadero poder regional”. La prensa iraní incluso celebró que «la Cúpula de Hierro falló ante la lluvia de fuego iraní, y el mundo lo vio».
A nivel económico, el impacto es demoledor. Israel gastó más de mil millones de dólares en interceptores en una sola noche, una cifra insostenible incluso para un Estado con apoyo ilimitado de EE.UU. La misma fuente informa que más de 500.000 israelíes habrían abandonado el país temporalmente por miedo a una escalada mayor.
Irán sale victorioso
En contraste, Irán parece haber salido más fuerte. Lejos de colapsar, el país persa recibió muestras de apoyo desde Irak, Líbano y Siria, y elevó el precio del crudo con un simple movimiento estratégico. Si Irán hubiese cerrado el estrecho de Ormuz, el barril de petróleo podría subir hasta 130 USD, una amenaza que hace temblar a Europa y Asia.
En el plano diplomático, Teherán canceló todas las conversaciones indirectas con Washington, reafirmando que «no habrá diálogo mientras se proteja a Israel de sus crímenes». Israel, por su parte, ve cómo se erosiona su imagen de invulnerabilidad. En palabras de la analista Carmen Coronado de la Universidad Bolivariana «La guerra de 12 días dejó algo más que escombros: dejó la idea instalada de que Israel ya no es intocable”.
