Cada 24 de Junio en Venezuela, al ritmo del cumaco, el mina y el culo e’puya (tambores tradicionales venezolanos) se celebra La Parranda de San Juan.
Con raíces paganas profundas, estas fiestas se vinculan a rituales ancestrales de culto al sol y a la llegada del solsticio de verano, con elementos como las hogueras y el agua como símbolos de purificación y renovación espiritual, representando la destrucción de lo viejo para dar paso a lo nuevo.
La Unesco reconoció en diciembre de 2021 esta manifestación venezolana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Los rituales de esta celebración no solo se limitan a la música y a los tambores, por ejemplo muchos deciden cortarse el cabello para que crezca más rápido la noche antes del día de San Juan.
Las poblaciones de Curiepe, Cúpira, Río Chico, Higuerote en el estado Miranda poseen una fuerte tradición sanjuanera. También Naiguatá y Chuspa (La Guaira), Cata, Chuao y Ocumare (Aragua), San Juan de los Morros (Guárico), San Agustín (Caracas) y pueblos de Yaracuy y Carabobo también celebran esta festividad.
Desde la población costera de Naiguatá, en el estado La Guaira, José Lobo, registró con su lente los rostros de quienes en armoniosa tradición rinden homenaje a su santo patrono con cantos, bailes y el ancestral repique de tambores.













“Si San Juan lo tiene, San Juan te lo da”
Los San Juaneros encabezan la procesión, seguidos por la persona que lleva y baila al santo, conocida como “burro” y una línea de tamboreros que lo acompaña, al llegar al lugar de visita, se escuchan sirenas como ofrenda, seguidas de cantos y bailes y, una vez que termine la sirena, arranca la parranda con los golpes del tambor.
Las peticiones y oraciones que se hacen durante la fiesta, son concedidas por San Juan.