China alcanzó un nuevo hito en su relación energética con Irán, importando más de 1.8 millones de barriles diarios (bpd) de crudo iraní entre el 1 y el 20 de junio, de acuerdo con los últimos datos.
Este volumen marca un récord histórico en el comercio bilateral, a pesar de las sanciones estadounidenses aún vigentes y el clima de creciente tensión geopolítica en Medio Oriente.
Las importaciones promediaron 1.46 millones bpd durante los primeros 27 días del mes, lo que representa un aumento del 46 % respecto a mayo, cuando se registró un millón diario.
Esta alza responde a cargamentos acumulados en mayo que arribaron a los puertos chinos en junio, en un contexto de mayor demanda por parte de las llamadas refinerías “teapot” —plantas independientes que operan con márgenes estrechos y buscan petróleo con descuento.
El atractivo principal sigue siendo el precio: el crudo iraní se comercializó con descuentos de $3.30–3.50 por barril respecto al Brent en junio, frente a los $2.50 observados en mayo.
Asimismo, el almacenamiento flotante de petróleo iraní en Asia —particularmente en aguas cercanas a Malasia, Singapur y la costa sur de China— alcanzó cifras elevadas: se estima que al menos 70 millones de barriles estaban almacenados en buques, parte de un total global de 120 millones, una señal de que el comercio del crudo iraní sigue muy activo.

La creciente dependencia china del petróleo iraní que ya representa cerca del 90 % de las exportaciones petroleras de Teherán.
El aumento de la tensión entre Irán e Israel, junto a las amenazas sobre el estrecho de Ormuz, elevaron los costos de transporte y seguros marítimos, aunque un cierre prolongado del paso sigue siendo improbable por sus consecuencias globales.
A la par, declaraciones recientes del presidente estadounidense Donald Trump, sugiriendo que “China puede comprar petróleo de Irán”, han generado especulaciones sobre un posible relajamiento informal en la aplicación de sanciones por parte de Washington. Sin embargo, no se ha producido ningún cambio oficial en las restricciones impuestas por EE.UU.
Trump cree que puede controlar el caos mientras China avanza

Para la analista en derecho internacional Carmen Coronado de la Universidad Bolivariana de Venezuela, Trump ha dado señales de que su visión del orden internacional es como la de un “deal-maker” (negociador de acuerdos). Piensa que, creando presión, pero ofreciendo recompensas selectivas, puede forzar a Irán a un nuevo acuerdo, quizás incluso más favorable para EE.UU.
Trump sabe que, de cara a las elecciones de noviembre, mostrar una postura flexible pero “exitosa” podría atraer votantes cansados de guerras eternas, altos precios del petróleo o tensiones globales. Si logra una apertura con Irán o una “tregua energética”, podría venderla como “America First” sin comprometerse a largo plazo.
Trump probablemente no ignora lo que está pasando entre Irán y China. Lo que ocurre es que:
- Subestima la profundidad estratégica de esa relación.
- Cree que puede redibujar el mapa con una oferta de “negocio” mejor que la de China.
- Y, sobre todo, quiere aparecer como el líder que puede domar a Irán sin disparar una bala, señaló.
China consolida su papel como principal socio energético de Irán, mientras Teherán aprovecha cada resquicio para mantener a flote su economía petrolera. El récord de junio no solo representa un éxito logístico, sino un símbolo de las nuevas realidades del comercio global fuera del alcance de las potencias tradicionales.