Egipto y el mundo árabe lo denuncian como violación del derecho internacional.
Un grupo de 15 ministros del Likud, junto con el presidente de la Knéset, Amir Ohana, envió el miércoles 2 de julio una carta al primer ministro Benjamin Netanyahu instándole a anexionar inmediatamente Cisjordania (Judea y Samaria) antes del receso legislativo previsto para finales de este mes.
En su misiva, los firmantes manifestaron:
“Nosotros, ministros y miembros de la Knesset, exigimos que la soberanía y la ley israelíes se apliquen de inmediato en Judea y Samaria”.
Por su parte, Yariv Levin, ministro de Justicia israelí declaró que “ha llegado el momento” de anexar Cisjordania durante una reunión con el líder de los colonos Yossi Dagan.
Agregaron que la «masacre del 7 de octubre», perpetrada por Hamas en 2023, habría demostrado que la coexistencia de territorios palestinos junto a bloques de asentamientos representa “una amenaza existencial para Israel. Es hora de soberanía” .
La petición se enmarca en un clima de optimismo dentro del gobierno israelí, alentados por una estrecha alianza con la administración Trump. Según los ministros, esta relación brinda una «oportunidad propicia» para avanzar en la anexión.
La Oficina del Primer Ministro aún no emitió respuesta oficial.
Rechazo Internacional hacia Israel.

La declaración generó una contundente condena de varios actores regionales:
Egipto, por medio de su Ministerio de Relaciones Exteriores, calificó la iniciativa como una “violación flagrante del derecho internacional” y una estrategia de «legalización de la ocupación ilegal» que socava el derecho de los palestinos a su autodeterminación,
“Estas declaraciones […] representan un intento peligroso de consolidar la ocupación ilegal de los territorios palestinos”
Otros países árabes, como Qatar, Arabia Saudí, Turquía, e incluso la Liga Árabe y el Parlamento Árabe, denunciaron el llamado a la anexión, señalándolo como una postura “ilegal”, “peligrosa” y un acto que socava la solución de dos Estados.
La solicitud de altos cargos del gobierno israelí para anexar Cisjordania intensifica la tensión con la comunidad internacional y profundiza la crisis en el conflicto israelí-palestino. Más allá del impacto legal, este movimiento amenaza con fracturar aún más los cimientos de una eventual paz basada en dos Estados.