La Casa Blanca ha confirmado que Trump, de 79 años, tiene insuficiencia venosa crónica después de pasar por una revisión médica por “precaución”.

Unas fotografías publicadas en los medios de comunicación donde se observaba un hematoma en una de sus manos dio pie a las especulaciones.
El informe médico difundido por el doctor presidencial, Sean P. Barbabella, incluyó estudios vasculares de diagnóstico y ecografías Doppler venosas bilaterales de las extremidades inferiores, que revelaron insuficiencia venosa crónica AB 9, una afección común, especialmente en personas mayores de 70 años.
La portavoz presidencial, Karoline Leavitt, en una rueda de prensa, reconoció que Trump presentaba “un ligero hematoma en el dorso de la mano” como muestran las fotos publicadas en la prensa, lo cual, según la portavoz, “concuerda con una leve irritación de los tejidos blandos” debido a los “frecuentes apretones de mano” y “el uso de aspirina” que toma como parte de un régimen preventivo cardiovascular.
La insuficiencia venosa crónica de Trump
La insuficiencia venosa crónica, como la que tiene Trump, se produce cuando las venas tienen dificultad para realizar el adecuado retorno de la sangre al corazón y se origina una acumulación de sangre en las piernas.
El cardiólogo precisa que las várices son un tipo de insuficiencia venosa crónica: “Hay personas que no tienen várices y tienen insuficiencia venosa crónica”.
El doctor explica que ante una insuficiencia venosa crónica hay que prevenir la formación de trombos, la trombosis venosa profunda, ya que es un riesgo que el trombo pueda viajar hasta el pulmón y cause enfermedad grave.
Según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), la prevalencia de la insuficiencia venosa crónica es del 64 % en mujeres y del 37 % en varones, aunque puede que haya muchas personas sin diagnóstico.
Y es más común en mujeres por sus ciclos hormonales, sobre todo durante el embarazo, pero también es frecuente en población general a partir de los 70 años, algo que también ocurre con las várices.
Influyen factores genéticos pero también relacionados con el estilo de vida como el sobrepeso, la falta de ejercicio y también afecta el calor.
Los síntomas son piernas pesadas, calambres, dolor e hinchazón y para mejorarlos se recomienda no estar de pie parado mucho tiempo, caminar, perder peso, piernas en alto, aplicarse frío y medias de compresión, apunta el presidente de la SEC.
“Es una enfermedad que no tiene cura”, señala el médico. Cuando hay várices se pueden mejorar con cirugía y también hay algunos fármacos venotónicos que ayudan a mejorar el flujo sanguíneo de forma ocasional, concluye.