En un encuentro que podría redefinir el comercio global, el presidente de EE.UU., Donald Trump, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaron este domingo la firma de un acuerdo comercial “histórico” que elimina la amenaza de una guerra arancelaria entre las dos mayores economías occidentales. La firma tuvo lugar en el club de golf Turnberry, propiedad de Trump en Escocia.
Los términos del acuerdo

El pacto establece un arancel del 15 % para la mayoría de las importaciones europeas a Estados Unidos, reduciendo significativamente el riesgo de las tarifas del 30 % que la administración de Trump había amenazado con imponer a partir del 1 de agosto. A cambio, la Unión Europea se compromete a:
- Adquirir energía estadounidense por 750.000 millones de dólares, lo que incluye gas natural licuado y petróleo.
- Invertir otros 600.000 millones de dólares en infraestructura, innovación y manufactura estadounidense.
- Priorizar adquisiciones estratégicas en EE.UU. durante los próximos cinco años.
El acuerdo excluye el sector farmacéutico, ya que Trump insistió en que los medicamentos vendidos en EE.UU. deben fabricarse en territorio nacional.
“Es el mayor acuerdo que jamás se ha hecho entre nuestras naciones. Y es justo para todos”, declaró Trump tras la firma. Von der Leyen, por su parte, lo describió como “una señal contundente de unidad económica en tiempos de desafío geopolítico”.
Reacción inmediata de los mercados al acuerdo de Trump

Los mercados reaccionaron con entusiasmo:
- El euro subió un 1,3 % frente al dólar, tras semanas de incertidumbre.
- El índice paneuropeo STOXX 600 subió un 2,1 %, impulsado especialmente por los sectores energético e industrial.
- En Wall Street, el Dow Jones y el Nasdaq abrieron con ganancias de más del 1 %, mientras que las acciones de empresas exportadoras, como Boeing y Caterpillar, lideraron las subidas.
- Las petroleras como TotalEnergies y ExxonMobil subieron tras conocerse la cláusula de energía.
Los inversores interpretaron el acuerdo como un alivio ante la amenaza de fragmentación económica occidental justo en un momento crítico del conflicto en Europa Oriental.
Impacto geopolítico: Ucrania y China en la ecuación

El acuerdo no es solo comercial. Llega en un contexto clave:
Analistas consideran que el pacto refuerza la unidad económica transatlántica frente a Rusia, enviando un mensaje claro de alineación estratégica y sobre todo arrebatándole el negocio energético a Rusia aunque esto signifique que los europeos paguen más en sus facturas.
El compromiso europeo fue vendido como una inversión y compra de energía estadounidense para «reducir» la dependencia de gas de regiones «inestables» y fortalece la capacidad logística para apoyar militar y económicamente a Ucrania en medio de su contraofensiva prolongada en el Donbás.
El acuerdo también es visto como un movimiento directo en el tablero de la competencia con China. Bruselas y Washington ven con creciente preocupación el auge del comercio chino con países del Sur Global, así como el avance de Beijing en sectores estratégicos como la inteligencia artificial, la energía renovable y los semiconductores.
La cláusula de inversión y la priorización de compras en EE.UU. sugiere una intención clara de reindustrializar Occidente y blindarse frente a la sobreoferta tecnológica china.
No todo fue celebración. Desde Berlín y París surgieron críticas por la poca transparencia del acuerdo. Sectores agrícolas europeos temen que la apertura favorezca más a las industrias estadounidenses. Además, varios eurodiputados expresaron su preocupación por lo que califican como una “concesión energética sin reciprocidad ambiental”.
Organizaciones ambientales criticaron el aumento de importaciones de gas estadounidense como un retroceso climático.
El nuevo acuerdo entre EE.UU. y la UE marca un punto de inflexión: estabiliza los mercados, refuerza el frente occidental ante Moscú, y lanza una señal clara a Beijing. Pero también abre nuevos interrogantes sobre el equilibrio interno en la UE y su autonomía frente a EE.UU, el futuro de su política climática, y el lugar que ocuparán otros actores en un mundo que se reconfigura entre bloques.