La vicesecretaria general de la ONU, Amina J. Mohammed, cerró en Adís Abeba el segundo balance de la Cumbre de los Sistemas Alimentarios de la ONU (UNFSS+4) con un rotundo llamado a actuar con «urgencia, inclusión y justicia» para transformar los sistemas alimentarios en un escenario marcado por el hambre persistente, la desigualdad y crisis climáticas.
Mohammed alertó que, para 2030, 512 millones de personas continuarán padeciendo hambre a nivel global, de las cuales el 60% residirá en África, la región más afectada. Destacó que 200 millones de personas aún no pueden acceder a una dieta saludable y que solo un tercio de los niños y dos tercios de las mujeres reciben una alimentación mínimamente diversa, cifras que reflejan una alarmante desigualdad nutricional, señaló EFE.
Si bien reconoció avances desde la primera cumbre en 2021 —como la implementación de políticas alimentarias integradas en 130 países y nuevas inversiones en tecnología, educación y alianzas público-privadas— subrayó que la transformación debe acelerarse en los próximos cinco años para responder a múltiples crisis simultáneas provocadas por el cambio climático, conflictos y restricciones fiscales.
“La cooperación debe prevalecer sobre el conflicto”, enfatizó Mohammed, al instar a una mayor movilización de recursos y a promover la participación activa de mujeres, jóvenes y pueblos indígenas, así como al uso responsable de la ciencia y la tecnología para lograr sistemas más equitativos y sostenibles.
También urgió a revertir la caída de fondos internacionales para el desarrollo rural y la asistencia humanitaria, denunciando que los liderazgos enfrentan dilemas insoportables como elegir entre pagar deuda o garantizar salud y educación, evidenciando un fallo sistémico que excluye a millones.