La tragedia humanitaria en Gaza alcanza cotas inéditas: más de 61.258 víctimas mortales han sido registradas desde el inicio del genocidio, según informaron fuentes internacionales citadas esta misma semana. La Organización de las Naciones Unidas advierte que esta cifra podría quedar corta ante el agravamiento de la crisis y la escasez de datos precisos.

Hoy que esta escalofriante suma refleja una guerra de ocupación marcada por bombardeos masivos, derrumbe de infraestructuras críticas y una población civil atrapada sin escape.

El primer ministro israelí presentó un plan para retomar Gaza por completo, una ofensiva que, si se concreta, traerá consecuencias aún más devastadoras. La ONU ha advertido que cualquier intento de ocupación total podría intensificar una crisis ya calificada internacionalmente como «catastrófica» y genocida.
El panorama sobre el terreno es aterrador. El Programa Mundial de Alimentos (WFP) y agencias humanitarias alertan que solo el 1,5 % de las tierras cultivables están accesibles y el envío de ayuda sigue muy por debajo de los acuerdos mínimos.
La Organización Mundial de la Salud documenta un preocupante aumento de muertes infantiles por desnutrición: niños menores de cinco años han fallecido este año, como consecuencia del colapso de los circuitos de ayuda en Gaza, agravados por una interrupción de casi 80 días en el suministro de alimentos. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS, calificó la situación como «mortal».

Los organismos de Naciones Unidas, incluido el Secretario General Guterres, califican la situación como una «catástrofe humanitaria de proporciones épicas», reforzando la demanda global de un cese inmediato de hostilidades.
A pesar de los llamados internacionales, el avance de Israel continúa, y la infraestructura médica y civil se encuentra al borde del colapso. La escasez de combustibles, medicinas y comida agrava aún más un entorno ya trágico.