El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, reiteró este domingo su determinación de llevar adelante el plan para tomar el control total de la ciudad de Gaza, argumentando que es la “mejor manera” de poner fin a la guerra.
“Gaza será desmilitarizada, Israel tendrá la responsabilidad primordial en materia de seguridad, se establecerá una zona de seguridad en la frontera de Gaza con Israel para prevenir futuras incursiones terroristas y se establecerá una administración civil en Gaza que busque vivir en paz con Israel”, afirmó Netanyahu en conferencia de prensa.
Según el mandatario, el objetivo principal es “liberar a Gaza de los terroristas de Hamás”, organización que calificó como genocida. “La guerra puede acabar si Gaza, o, mejor dicho, Hamás, depone las armas y libera a todos los rehenes restantes”, aseveró. Netanyahu aseguró que Israel controla actualmente entre el 70 % y el 75 % del enclave, pero identificó a la ciudad de Gaza y los campamentos centrales como los últimos bastiones de militantes de Hamás.
El atroz plan genocida

El gabinete de seguridad aprobó la medida el viernes pasado, que incluye la evacuación total de los civiles antes del 7 de octubre. “El objetivo es evacuar a todos los civiles palestinos de la ciudad de Gaza a los campamentos centrales y otras zonas para el 7 de octubre”, declaró un alto funcionario israelí citado por Axios.
La operación contempla un asedio a los militantes de Hamás que permanezcan en la ciudad y una ofensiva terrestre que, según estimaciones, podría durar varios meses y provocar el desplazamiento de cerca de un millón de palestinos.
“Pretendemos controlar toda Gaza. No queremos quedarnos con Gaza”, sostuvo Netanyahu, añadiendo que busca crear “un perímetro de seguridad […] y entregarla a fuerzas árabes que la gobernarán adecuadamente”.
Advertencias desde el propio Ejército israelí

El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Eyal Zamir, advirtió que la operación “pondría en peligro a los rehenes y podría conducir a un gobierno militar israelí en Gaza con plena responsabilidad sobre dos millones de palestinos”. Además, alertó que su implementación “significará prolongar la guerra durante 10 meses adicionales, posiblemente hasta inicios de 2026”.
Rechazo internacional y protestas en Israel

El plan ha generado un fuerte rechazo en el ámbito internacional, con Turquía, China y Rusia encabezando las condenas. A ello se suman divisiones dentro del propio gobierno israelí y una creciente oposición interna: el sábado, más de 100.000 personas salieron a las calles en distintas ciudades de Israel para protestar contra la medida.
La comunidad internacional también contrasta la postura de Israel con iniciativas alternativas, como el “plan secreto” elaborado por el Reino Unido y presentado en julio a sus aliados europeos. Este propone un gobierno palestino tecnocrático vinculado a una Autoridad Palestina reformada, el despliegue de una fuerza de seguridad internacional, la retirada total de las tropas israelíes, un cese del fuego supervisado por EE.UU. y la solución de dos Estados.
Sin lugar para la Autoridad Palestina ni Hamás
Netanyahu insistió en que, tras la toma de Gaza, “ni la Autoridad Palestina, ni Hamás, ni ninguna organización terrorista” formará parte de la administración civil que se instale en la ciudad.
El debate sobre el futuro del enclave sigue dividiendo a las potencias internacionales: mientras 147 países reconocen al Estado de Palestina, Israel y EE.UU. han rechazado repetidamente la solución de dos Estados propuesta por la ONU.
En septiembre, Francia, Canadá y el propio Reino Unido podrían dar un paso más hacia ese reconocimiento, lo que amenaza con profundizar las tensiones diplomáticas en torno a la guerra.