Belgrado y varias ciudades de Serbia vivieron este jueves una nueva jornada de intensas manifestaciones antigubernamentales, marcada por enfrentamientos, destrozos y el uso de gas lacrimógeno. La crisis política, que lleva meses en ascenso, alcanzó uno de sus momentos más violentos según reportan medios locales.
Medios locales reportan que en Nueva Belgrado la protesta comenzó frente a la comisaría de Policía, donde cientos exigieron la liberación de manifestantes detenidos. La movilización se trasladó luego a la sede del gobernante Partido Progresista Serbio (SNS), donde estallaron los choques. Los participantes lanzaron piedras, botellas, bengalas y pirotecnia contra miembros de la Gendarmería.
En Nis, manifestantes arrojaron huevos contra los antidisturbios mientras les gritaban que bajaran los escudos. En Novi Sad, las oficinas del SNS sufrieron ventanas destrozadas y fachadas cubiertas de pintura, huevos y petardos.
También se intentó romper los vidrios de un edificio gubernamental, lo que llevó a las fuerzas de seguridad a usar espray pimienta y gas lacrimógeno, rodeando luego la sede del SNS con un cordón policial.
Presidente de Serbia pagando el precio de no someterse a Bruselas

El presidente Aleksandar Vucic acusó a potencias extranjeras de estar detrás de las protestas: «Estamos luchando contra la poderosa maquinaria de los países occidentales que quieren romper la columna vertebral de Serbia con una revolución de colores».
Vucic aseguró que se han invertido grandes sumas para desestabilizar el país. El ministro del Interior, Ivica Dacic, confirmó que la jornada dejó 42 policías heridos y 37 personas detenidas.
Las manifestaciones, que estallaron con fuerza a finales de junio tras el rechazo del Gobierno a un ultimátum de grupos estudiantiles para disolver el Parlamento, se enmarcan en una ola de descontento que comenzó en noviembre de 2024 tras el derrumbe mortal de una marquesina de hormigón en Novi Sad.
Las autoridades serbias insisten en que las protestas forman parte de un plan extranjero para forzar un cambio de Gobierno.

Una visión respaldada por el ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, quien acusó a la Unión Europea y a Ucrania de impulsar «intentos abiertos» para derrocar a los gobiernos de Eslovaquia, Hungría y Serbia con el fin de instalar «gobiernos títeres» que no cuestionen las políticas de Bruselas.
El ministro de Relaciones Exteriores de Hungría, Peter Szijjarto, acusó este jueves a la Unión Europea, junto con Ucrania, de llevar a cabo «intentos abiertos» para derrocar a los gobiernos de Eslovaquia, Hungría y Serbia, con el objetivo de instalar «títeres» que favorezcan sus intereses.
Durante una entrevista en el programa Harcosok Órája, Szijjarto afirmó: «En los tres países de Europa Central donde los gobiernos no siguen una política liberal ni las directrices de Bruselas de manera acrítica, como Eslovaquia, Hungría y Serbia, se están produciendo intentos abiertos de derrocar al Gobierno en varias fases».
Con la tensión en aumento, Serbia enfrenta una escalada de violencia que amenaza con prolongar y agravar la crisis interna.