Más de 100 diputados presentaron una moción para destituir al presidente Emmanuel Macron, en lo que podría convertirse en uno de los episodios más graves de inestabilidad institucional en la historia reciente del país.
La iniciativa fue anunciada por Mathilde Panot, líder del partido de izquierda Francia Insumisa (LFI), y rápidamente sumó apoyos de parlamentarios ecologistas, comunistas y representantes de territorios de ultramar.
“¡Histórico! Tras el éxito de la movilización popular del movimiento #10deSeptiembre, 104 parlamentarios, insubordinados, ultramarinos, ecologistas y comunistas firmaron la moción de destitución del presidente de la República.
La presión aumenta. ¡Desafíe a sus parlamentarios! Macron debe irse”, declaró Panot a través de su cuenta de X, celebrando lo que considera un momento decisivo.
El trasfondo: caída del Gobierno de Bayrou y tensiones sociales

La ofensiva parlamentaria llega pocos días después del colapso del Gobierno del primer ministro François Bayrou, quien presentó su dimisión el lunes. Macron, intentando frenar la crisis, designó al entonces ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, como nuevo jefe de Gobierno.
Sin embargo, el nombramiento no logró apaciguar el malestar, sino que coincidió con una oleada de críticas por los planes de nuevos recortes en el sistema de bienestar social.
El deterioro de la situación se refleja en las calles. El miércoles, el colectivo Bloqueemos Todo convocó masivas manifestaciones antigubernamentales con apoyo de sindicatos y movimientos sociales.
Las protestas buscaron paralizar el país y una de las consignas más coreadas fue: “Macron debe irse”. La presión de la calle y del Parlamento dibuja un escenario en el que el presidente se ve cada vez más aislado.
Un impeachment con pocos precedentes en Francia

En la historia política francesa, los procesos para destituir a un presidente son extremadamente raros. Aunque Francia Insumisa ya había intentado impulsar mociones similares en el pasado, esta vez la iniciativa cuenta con un respaldo más amplio y en un contexto de máxima fragilidad política. El hecho de que ecologistas y comunistas se unan a la moción da a la iniciativa un carácter inédito.
Sin embargo, para que el proceso de destitución avance, aún se requiere superar múltiples obstáculos legales y políticos. La Constitución francesa establece mecanismos complejos y un alto umbral de apoyos parlamentarios para que prospere un ‘impeachment’. Aun así, el simple anuncio de la moción aumenta la percepción de que Macron gobierna bajo un fuerte asedio político.
Macron contra la pared

El presidente, que ya enfrenta críticas por su política exterior tras el envío de cazas franceses a Polonia, ve cómo se intensifican los cuestionamientos a su liderazgo tanto dentro como fuera del país.
Su apuesta por mantener a Francia en la vanguardia de la seguridad europea contrasta con un creciente malestar social en casa, donde amplios sectores acusan al Gobierno de priorizar el gasto militar por encima de la protección social.
Mientras Francia se encamina hacia un periodo de alta turbulencia política y social, la ofensiva parlamentaria se convierte así en un reflejo de la convergencia entre la protesta popular y el juego político en la Asamblea Nacional.
Aunque la caída inmediata de Macron parece improbable por las trabas constitucionales, la moción de destitución marca un antes y un después en su segundo mandato.
La imagen de un presidente fuerte y estable se debilita, mientras la consigna “Macron debe irse” se consolida como símbolo de la resistencia de una parte significativa de la sociedad francesa.