El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró recientemente que su gobierno está trabajando para retomar el control de la base aérea de Bagram en Afganistán, una instalación clave que quedó bajo control de los talibanes tras la estrepitosa retirada militar estadounidense en 2021.
Las declaraciones se hicieron durante una conferencia de prensa junto al primer ministro británico Keir Starmer, en el marco de la visita oficial de Trump al Reino Unido.
Trump justificó su interés estratégico por la ubicación de Bagram, que según él está “a una hora de donde China hace sus armas nucleares”.
Durante su intervención, expresó: “Estamos tratando de volver,” refiriéndose a la base.
En otro momento agregó: “Es una de las bases mas grandes del mundo, se las dimos cambio de nada».
Según los reportes, Bagram fue una de las principales bases de operaciones estadounidenses durante las dos décadas de intervención militar en Afganistán después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Con la retirada de las tropas en 2021, los talibanes tomaron control de la base.
¿Qué busca Trump con esta medida?
El presidente plantea recuperar Bagram como parte de una estrategia geopolítica que busca reforzar la posición de EE.UU. frente a China. Al señalar que la base está cerca de instalaciones donde, según él, “China hace sus armas nucleares”, Trump sugiere que tener control sobre Bagram le daría una ventaja estratégica en vigilancia y despliegue militar.
Asimismo, para Trump se trata de reparar lo que él considera un error de la retirada anterior. En sus palabras, la entrega de la base fue un acto de debilidad por parte del gobierno de Biden.
Por otra parte, Trump busca usar esta medida como elemento de negociación diplomática, ya sea con los talibanes o mediante intermediarios, para asegurar acuerdos de seguridad, intercambios de prisioneros o influencia estratégica en Afganistán, aunque las fuentes no precisan los términos concretos del progreso de esas negociaciones.
Implicaciones de recuperar Bagram
La propuesta de Trump implicaría varios desafíos:
- Logísticos y militares: Reocupar la base requeriría enviar tropas, mantener defensas, establecer infraestructura operativa y de inteligencia, lo cual implica costos elevados y riesgos de seguridad. Algunos analistas advierten que podría parecerse a una “re-invasión afgana” si no se maneja con acuerdo previo de los talibanes.
- Diplomáticos: Afganistán, bajo control talibán, debería aceptar alguna forma de acuerdo para que EE.UU. retome el control, lo que podría generar tensiones si consideran que esto atenta su soberanía. China ya expresó que respeta “la independencia, soberanía e integridad territorial de Afganistán” y advirtió contra acciones que desestabilicen la región.
- Reacción internacional: La medida podría generar alarma entre vecinos regionales y grandes potencias, que podrían ver una reactivación militar estadounidense como provocación.
- Política interna en EE.UU.: Puede servir como elemento de campaña, mostrando firmeza frente a retiradas pasadas, y proyectando un retorno a una postura más asertiva en seguridad nacional.
Hasta ahora no parece existir una autorización legislativa formal, ni un plan concreto desvelado públicamente sobre la operación detallada para recuperar la base. Los talibanes han rechazado ciertas versiones sobre control externo, y Afganistán enfatiza que no aceptará presencia militar extranjera sin acuerdos claros.
Trump ha puesto sobre la mesa la recuperación de Bagram como parte de su estrategia geopolítica, reclamando lo que considera justo tras lo que califica como una retirada mal gestionada. Pero la ejecución de ese plan está llena de obstáculos logísticos, diplomáticos, legales y de seguridad, lo que hace que su viabilidad y el costo real
