Kabul y Islamabad han entrado en una peligrosa espiral de violencia que amenaza con transformar la frontera afgano-paquistaní en un nuevo foco bélico regional.
El Ministerio de Defensa de Afganistán confirmó que lanzó “ataques de represalia” contra bases militares paquistaníes en las fronteras oriental y meridional, acusando a Pakistán de violar su espacio aéreo mediante drones y ataques contra civiles.
De acuerdo con fuentes locales, las fuerzas afganas atacaron posiciones del Ejército pakistaní desde las provincias de Kandahar y Zabul, tomando incluso el control de dos bases militares paquistaníes.
Los combates, de acuerdo con la cadena dejaron al menos 12 soldados pakistaníes muertos y cinco más capturados. Los talibanes aseguran que la operación tenía como objetivo “defender la integridad territorial afgana y frenar las agresiones fronterizas”.

El Ministerio afgano precisó que también fueron atacadas instalaciones vinculadas con el grupo Estado Islámico dentro del territorio de Pakistán. Sin embargo, en Islamabad la versión es completamente distinta: el canal estatal PTV News informó que las tropas afganas realizaron “disparos no provocados” en múltiples puntos de la frontera, incluyendo Angoor Adda, Kurram y Chitral, con el fin de facilitar el ingreso de milicianos del grupo Tehrik-e-Talibán Pakistán (TTP), considerado terrorista por el Gobierno paquistaní.
Pakistán anunció represalias

La respuesta no se hizo esperar. El Ejército de Pakistán anunció en su cuenta oficial de X una “respuesta contundente” contra las fuerzas talibanas, asegurando haber capturado 19 puestos afganos y destruido el cuartel general del batallón de Manojba. Videos difundidos por las Fuerzas Armadas muestran armas y uniformes afganos dentro de los puestos tomados.
Un portavoz militar declaró que la operación se realizó “con gran pericia y utilizando armas pesadas”, en una acción que, según Islamabad, busca “restablecer la estabilidad y la soberanía nacional”.
Del lado afgano, el portavoz talibán Zabihullah Mujahid confirmó que 58 soldados paquistaníes murieron y otros 30 resultaron heridos, mientras que su país perdió unos 20 combatientes. Mujahid agregó que las operaciones fueron suspendidas “a petición de Catar y Arabia Saudita”, países que han intentado mediar discretamente entre los dos vecinos.
El choque se produce apenas tres días después de una serie de explosiones en Kabul que los talibanes atribuyeron a ataques aéreos paquistaníes. Islamabad no ha reconocido su autoría, pero analistas señalan que el aumento de tensión refleja la fragilidad del equilibrio regional tras la retirada de EE.UU. y el resurgimiento de viejos conflictos fronterizos.

Los ataques fronterizos, históricamente recurrentes, hoy ocurren en un contexto mucho más volátil: un Afganistán gobernado por los talibanes, un Pakistán políticamente fracturado y una región donde China, Irán y Rusia observan con cautela.
Mientras el Ministerio afgano celebra el “éxito de la operación de venganza”, Islamabad promete una “represalia proporcional” si continúan las incursiones. Lo cierto es que la línea Durand, que divide ambos países desde 1893, se ha convertido nuevamente en una zona de guerra abierta.
En el terreno, la población civil vive entre el fuego cruzado. Las aldeas fronterizas reportan desplazamientos y cortes de comunicaciones, mientras los gobiernos intercambian acusaciones y los mediadores internacionales piden calma.
El conflicto, que ambos países niegan llamar “guerra”, podría convertirse en el episodio más grave de confrontación directa entre Afganistán y Pakistán en décadas, reconfigurando el tablero de poder del sur de Asia.