El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, defendió públicamente la posibilidad de permitir la instalación de bases militares extranjeras en el país, argumentando que la población “se siente más segura” con la presencia de tropas aliadas.
La propuesta, que será sometida a consulta popular el próximo 16 de noviembre, contempla modificar el artículo 5 de la Constitución, el cual prohíbe expresamente este tipo de instalaciones.
“La gente se siente más segura con una base militar al lado”, afirmó Noboa durante una entrevista con CNN, en la que sugirió que las posibles sedes podrían ubicarse en Baltra (archipiélago de Galápagos), Santa Elena o Manabí, tres puntos estratégicos del litoral ecuatoriano.
El mandatario explicó que su propuesta busca reforzar la seguridad frente a las crecientes amenazas del narcotráfico y el crimen organizado, que han golpeado duramente al país en los últimos años. “Siempre Baltra ha sido un punto estratégico en Galápagos.
De ahí se controla también la pesca ilegal, se puede controlar también cualquier acto criminal lejos del continente”, añadió Noboa, convencido de que “la gente va a apoyar el referéndum”.

Noboa blanco de críticas por sectores de su país
Sin embargo, la iniciativa ha desatado una fuerte polémica nacional e internacional. La Constitución ecuatoriana, en su artículo 5, establece que “El Ecuador es un territorio de paz. No se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares”.
El texto propuesto por el Gobierno de Noboa mantendría solo la frase “territorio de paz”, eliminando las restricciones restantes, lo que abriría la puerta legal al despliegue de tropas foráneas en suelo ecuatoriano.
Diversos sectores políticos, movimientos sociales y juristas han advertido que la modificación sería una cesión de soberanía. Desde el Frente Unitario de Trabajadores (FUT) señalaron que “la seguridad nacional debe estar en manos del Estado ecuatoriano, no de potencias extranjeras con intereses geopolíticos propios”.

También desde el ámbito académico se han levantado voces críticas. La politóloga ecuatoriana Ana María Cueva afirmó que “la instalación de bases extranjeras en un país históricamente no alineado como Ecuador cambiaría radicalmente su posición en la región y podría generar tensiones con vecinos como Perú, Colombia o incluso Brasil”.
A nivel internacional, algunos analistas vinculan la iniciativa con los recientes acuerdos de cooperación militar entre Washington y varios países de América Latina, en el marco de la creciente militarización del continente con el argumento de combatir el narcotráfico.
Noboa, no obstante, insiste en que su propuesta busca “proteger a los ecuatorianos y fortalecer la lucha contra el crimen transnacional”. Según encuestas preliminares, el país se encuentra dividido: mientras algunos sectores ven en las bases una oportunidad para reforzar la seguridad, otros temen que Ecuador repita el escenario de Manta, donde hasta 2009 operó una base aérea estadounidense destinada oficialmente al control antidrogas, pero cuestionada por su rol de vigilancia regional.
El referéndum del 16 de noviembre será, así, una prueba decisiva para medir el respaldo popular al giro geopolítico que propone el presidente Noboa.

