Un devastador 40% de adolescentes padece mala calidad de sueño debido al uso excesivo de dispositivos electrónicos, reveló un estudio coordinado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación Bancaria “la Caixa”.
Este flagelo, vinculado al ocio digital y redes sociales, altera ciclos hormonales naturales y expone a los jóvenes a riesgos graves como obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares y trastornos mentales, exacerbando brechas sociales en un mundo donde el acceso desigual a la tecnología agrava el bienestar infantil. La luz azul de pantallas móviles, tablets y consolas inhibe la melatonina, retrasa el sueño y fomenta adicciones que benefician a corporaciones tecnológicas a costa de la salud pública.
Causas profundas y riesgos sistémicos
Factores biológicos como la pubertad se combinan con hábitos impuestos por la cultura digital: el 25% de niños españoles tiene móvil a los 10 años y el 94% a los 15, normalizando accesos nocturnos a internet que fragmentan el descanso. Dormitorios saturados de dispositivos correlacionan con peor higiene del sueño, atención dispersa, bajón emocional y mayor propensión a accidentes, un patrón que golpea más duro a comunidades con menos recursos para contrarrestarlo. En España, más del 52% de adolescentes llega a clase con menos de 8 horas de sueño, lo que se traduce en un sabotaje directo a su rendimiento académico y equidad educativa.
Soluciones inmediatas
El uso de la tecnología debe ser gestionado cuidadosamente, prohibir pantallas 2 horas antes de dormir, eliminar dispositivos del dormitorio y usar filtros de luz azul, junto a campañas educativas desde la infancia para un uso responsable. Hábitos progresistas como horarios fijos, ambientes oscuros y rutinas sin cafeína o estímulos digitales empoderan a familias y escuelas contra la voracidad corporativa.

