Juan Orlando Hernández, exmandatario hondureño de 2014 a 2022 y sentenciado a 45 años de prisión en Nueva York por conspiración en narcotráfico, posesión de armas y alianzas con carteles como el de «El Chapo» Guzmán, abandonó este lunes la cárcel federal tras un indulto total e incondicional otorgado por el presidente Donald Trump.
Este perdón, anunciado días antes de las elecciones hondureñas, desestima evidencias judiciales que lo vinculan a la importación de cientos de toneladas de cocaína hacia Estados Unidos, protegiendo así a un aliado político acusado de fraudes electorales y corrupción rampante.
Trump justificó la decisión alegando que la condena fue un «montaje del Gobierno de Biden» y que Honduras lo solicitó, en un mensaje que generó rechazo inmediato de más de 50 organizaciones latinoamericanas, las cuales denuncian este acto como un golpe a la justicia y un favoritismo descarado hacia figuras antidemocráticas. La decisión de liberarlo ocurrió en vísperas de unos comicios clave en Honduras, donde Trump respaldó al candidato conservador Nasry «Tito» Asfura, sucesor político de Hernández, avivando temores de injerencia imperialista en la región.
Este indulto expone las contradicciones de la política exterior de Trump, que predica mano dura contra el narcotráfico mientras perdona a condenados por delitos graves que han devastado comunidades en América Latina y Estados Unidos, priorizando lealtades partidistas sobre la accountability. Organizaciones progresistas urgen a la comunidad internacional a rechazar esta afrenta a la justicia transnacional y a presionar por mecanismos independientes contra la impunidad.

