El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intentó este martes desmarcarse de la creciente controversia generada por el ataque letal contra sobrevivientes de una pequeña lancha en el Caribe el pasado 2 de septiembre, un hecho que ha desatado fuertes críticas internacionales y cuestionamientos internos.
Durante una reunión de gabinete, Trump aseguró que ni él ni el secretario de Guerra, Pete Hegseth, tenían conocimiento del segundo bombardeo que mató a dos personas que permanecían con vida tras el primer ataque aéreo.
La polémica estalló tras una publicación de The Washington Post, en la que se afirmaba que Hegseth habría emitido una orden verbal de “matarlos a todos” antes del primer ataque contra una embarcación supuestamente vinculada al narcotráfico, pese a que no existían pruebas confirmadas en ese momento.
El artículo también indicaba que, tras observar que dos sobrevivientes seguían aferrados a los restos del bote, un comandante de Operaciones Especiales ordenó realizar un segundo ataque para cumplir con las instrucciones atribuídas al titular del Pentágono.
Frente a estas revelaciones, Trump respondió que desconocía por completo la existencia de un segundo bombardeo. “Alguien me preguntó sobre el segundo golpe: no sabía nada del segundo ataque, no sabía nada sobre las personas, no participé en él”, declaró.
Trump apoya a su secretario de guerra
El mandatario añadió que “confiaba” en Hegseth y que entendía la operación como un solo ataque, no como múltiples ofensivas. “Sabía que habían sacado un barco… Pete estaba satisfecho”, afirmó.
El presidente también defendió la ofensiva estadounidense en la región, asegurando que pretende aumentar las operaciones contra presuntas redes de narcotráfico. “Puedo decir que quiero que se saquen los barcos y, si es necesario, también atacaremos en tierra, igual que atacamos en el mar”, manifestó.
Por su parte, Pete Hegseth ofreció su propia versión de los hechos. Dijo que Estados Unidos apenas ha comenzado a “golpear” lo que denominó “narcolanchas” en el Caribe y el Pacífico, afirmando que la estrategia está “derrotando a los narcoterroristas” y que la Administración está “firme” en su objetivo. Justificó la política señalando que los cárteles “se apoderan de la comunidad” y que “millones de personas” en Estados Unidos están siendo “envenenadas” por sus drogas.
El secretario de Guerra confirmó que presenció el primer ataque, pero posteriormente debió ocuparse de otras tareas, por lo que no observó directamente la segunda ofensiva. “Un par de horas más tarde, me enteré de que ese comandante había tomado la decisión, para lo cual tenía plena autoridad”, dijo, agregando que el almirante Frank Bradley “tomó la decisión correcta de hundir finalmente el barco y eliminar la amenaza”. Aseguró que no vio sobrevivientes “porque todo estaba en llamas”.
Las muertes han sido calificadas como “crímenes de guerra” y “ejecuciones extrajudiciales” por expertos en derecho internacional, mientras que Venezuela ha denunciado la acción como una política de asesinato sistemático por parte de Washington. La presión política también crece dentro de Estados Unidos: tanto la Cámara de Representantes como el Senado iniciaron investigaciones bipartidistas sobre el doble ataque, según detalló NBC.
