Tailandia y Camboya protagonizaron este lunes una nueva escalada militar en su frontera común, apenas seis semanas después de haber firmado un acuerdo de paz destinado a detener los recurrentes choques armados entre ambos países.
El repunte de violencia incluye ataques aéreos, intercambio de artillería y enfrentamientos terrestres en múltiples puntos de la zona disputada, dejando al menos un militar tailandés muerto y otros dos heridos.

Según información oficial divulgada por Phnom Penh, los incidentes comenzaron poco después de las 5:00 de la mañana, hora local, cuando tropas tailandesas abrieron fuego en la provincia camboyana de Preah Vihear.
De acuerdo con el Ministerio de Defensa Nacional de Camboya, las fuerzas de Tailandia habrían empleado cañones de tanques y otras armas pesadas, “incluso hacia el templo de Tamoan Thom”, un sitio de importancia cultural y estratégica ubicado en el área en disputa.
Se extienden los combates entre Camboya y Tailandia

Los combates se extendieron rápidamente a varias posiciones fronterizas, en un intercambio que llevó a Camboya a responder con artillería contra la base aérea tailandesa de Anupong. Bangkok confirmó que uno de sus soldados murió como consecuencia del ataque, mientras que otros dos resultaron heridos en los bombardeos.
En reacción directa, la Fuerza Aérea Real Tailandesa desplegó aviones F-16 “para suprimir la artillería camboyana” y actuar “como represalia”, según informó el diario local Khaosod. El portavoz del Ejército tailandés, mayor general Winthai Suvaree, confirmó el uso de aeronaves de combate para atacar posiciones del vecino país, precisando que se trataba de una respuesta proporcional a los ataques sufridos en Anupong.

Phnom Penh, por su parte, denunció públicamente lo que calificó como una serie de acciones “brutales e inhumanas” por parte de las Fuerzas Armadas tailandesas. El Ministerio de Defensa camboyano afirmó que los ataques constituyen “una grave violación del acuerdo de paz bilateral” alcanzado recientemente, según recogió el medio Khmer Times. El pacto, negociado en julio en Malasia, se concretó tras varios días de enfrentamientos y con la mediación de representantes de Estados Unidos y China.
El presidente estadounidense, Donald Trump, se había atribuido parte del mérito de ese proceso diplomático. En declaraciones previas, aseguró que el conflicto entre Tailandia y Camboya “fue una de las primeras guerras en las que me involucré” y sostuvo que le complacía, “en nombre de EE.UU., haber ayudado a resolver este conflicto y forjar un futuro para la región en el que naciones independientes y orgullosas puedan prosperar y florecer con seguridad y paz”.
Sin embargo, la reanudación de los combates pone en duda la durabilidad del cese del fuego firmado en septiembre y abre interrogantes sobre la capacidad de las potencias mediadoras para contener un conflicto territorial que lleva más de dos décadas generando tensiones.
No se ha anunciado una nueva ronda de negociaciones ni un esfuerzo diplomático inmediato para desescalar la situación, mientras ambas partes continúan acusándose mutuamente de violar el acuerdo y emplear fuerza desproporcionada en la frontera.

