Seyed Mohammad Javad Hosseini, analista político internacional de Extra News Mundo
Es imposible comprender la tensión entre Estados Unidos y Venezuela sin considerar el lugar que ocupan los recursos energéticos en la estrategia estadounidense. Venezuela, con más de 304 mil millones de barriles de reservas de petróleo, es el mayor productor mundial de petróleo, lo que la convierte en un objetivo estratégico para Washington.
En los últimos años, Estados Unidos ha buscado reducir su dependencia del Golfo Pérsico y crear fuentes alternativas fiables, por lo que controlar o contener la capacidad energética de Venezuela le resulta económicamente rentable y fortalece su poder para gestionar el mercado global y competir con actores como China, Rusia e Irán. Esta capacidad podría ayudar a Washington a reducir la presión sobre su seguridad energética en caso de inestabilidad en Oriente Medio.
Desde una perspectiva geopolítica, Venezuela no solo es una fuente de petróleo, sino también un desafío para la seguridad en el patio trasero de Estados Unidos debido a sus estrechas relaciones con Rusia, China e Irán.
La presencia de estas potencias en Latinoamérica debilita la estructura de influencia tradicional de Washington y, por ello, las sanciones, la presión económica y los intentos de cambiar el comportamiento político de Caracas forman parte de una estrategia para contener la influencia de los rivales de Estados Unidos en la región.
Además de limitar la influencia de estas potencias, controlar el petróleo venezolano podría redefinir el equilibrio geopolítico en el hemisferio occidental a favor de Washington y abrirle la puerta a Estados Unidos para ejercer presión regional.
Las consecuencias de esta situación para Oriente Medio y Europa también son evidentes. Si Washington logra controlar la energía venezolana, la importancia geopolítica del Golfo Pérsico disminuirá para él y su sensibilidad a la inestabilidad en esta región se reducirá, una tendencia que concuerda con la política de retirada gradual de Estados Unidos de Oriente Medio.
Por otro lado, en una situación en la que Europa se ha vuelto más dependiente de la energía estadounidense tras la crisis del Nord Stream, controlar la capacidad petrolera de Venezuela podría aumentar la influencia de Washington sobre Europa y permitir la coordinación de las políticas europeas hacia Rusia, China y la OTAN.
Resumen: La combinación de las vastas reservas petroleras de Venezuela, su delicada posición geopolítica y su posible impacto en el equilibrio energético de Oriente Medio y Europa sugiere que el impasse entre Washington y Caracas no es simplemente una disputa bilateral.
El país constituye un activo estratégico para Estados Unidos que puede influir en el orden energético y la estructura de poder global.
Conclusiones clave:
1. Importancia energética: Con más de 304.000 millones de barriles de reservas de petróleo, Venezuela es un recurso vital para reducir la dependencia de Estados Unidos de Oriente Medio. Controlar este recurso fortalecería la seguridad energética de Washington.
2. Competencia geopolítica: La proximidad de Caracas a Rusia, China e Irán aumenta la influencia de los rivales de Estados Unidos en Latinoamérica, y Washington intenta contenerla.
3. Poder en el mercado petrolero: Una reactivación de la industria petrolera venezolana podría alterar el equilibrio de precios global y reducir la influencia de Estados Unidos y sus aliados en el mercado energético.
4. Control regional: La presión sobre Venezuela es parte de una estrategia de larga data de Estados Unidos para mantener el dominio en su patio trasero y evitar un cambio de poder en el hemisferio occidental.
