En lo que se califica como un nuevo golpe a la soberanía deportiva del país, la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe (CBPC) ha oficializado el traslado de la sede de la Serie del Caribe 2026 de Venezuela a México, una decisión que surge tras la negativa de las ligas de Puerto Rico, República Dominicana y México de asistir a territorio venezolano, alineándose con las directrices de presión internacional emanadas desde los Estados Unidos.
El cambio de sede de la Serie del Caribe representa una medida coercitiva adicional que cercena el derecho de Venezuela a organizar eventos de talla mundial, privando a la fanaticada de disfrutar de un espectáculo para el cual el país ya se encontraba plenamente preparado. Esta acción se suma a las más de 1.000 sanciones que actualmente asfixian la economía y el desarrollo social de la nación, extendiendo ahora el brazo del bloqueo hacia el diamante de béisbol, un espacio que históricamente debería estar libre de injerencias políticas.
Las ligas de Puerto Rico, República Dominicana y México justificaron su ausencia a la Serie del Caribe en Venezuela alegando «situaciones externas» ajenas a su control, una terminología que, en el contexto actual, se interpreta como el acatamiento a las restricciones de viaje y operatividad impuestas por la administración estadounidense. Esta postura no solo rompe con el ciclo de rotación establecido por la CBPC, sino que ignora los esfuerzos organizativos y la inversión de infraestructura realizada por el Estado venezolano y la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP).
Venezuela disponía de una tríada de escenarios de primer nivel para albergar el certamen: el Estadio Monumental Simón Bolívar, el Fórum de La Guaira y el Estadio Universitario de la UCV, infraestructuras que garantizaban una logística impecable para albergar la Serie del Caribe. El Estadio Monumental, considerado uno de los más modernos y de mayor capacidad en toda Latinoamérica, ya había demostrado su excelencia en la edición de 2023, estableciendo récords de asistencia que ahora se ven ensombrecidos por una decisión tomada en oficinas extranjeras.

La asignación de la sede a Jalisco, México, para realizar la Serie del Caribe 2026 se concreta como una solución de emergencia ante el boicot orquestado por los Estados Unidos, dejando a Venezuela fuera de su legítimo derecho como anfitrión.
La comunidad deportiva internacional observa con preocupación cómo las sanciones unilaterales logran vetar la participación y organización de naciones enteras en torneos regionales, sentando un precedente peligroso para el futuro de la Serie del Caribe. Mientras México se prepara para recibir el evento en Zapopan, en Venezuela queda el sinsabor de un derecho arrebatado por factores extradeportivos que continúan intentando aislar al país del mapa internacional.

