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En la era digital la guerra es psicológica: Estados Unidos despliega tácticas de influencia y cómo Venezuela responde

Contexto y definición de la guerra psicológica

La guerra psicológica se define como el conjunto de acciones orientadas a influir en pensamientos, emociones y conductas de audiencias específicas para alcanzar objetivos políticos, militares o estratégicos, sin necesidad de recurrir a la fuerza física. En la era contemporánea, estas acciones han ganado fuerza gracias a las tecnologías de la información, las redes sociales y la capacidad de manipular narrativas a gran escala, permitiendo impactos rápidos en la opinión pública, las decisiones políticas y la cohesión social de los países objetivo.

Este marco no solo abarca propaganda tradicional, sino también desinformación, intimidación y campañas de influencia que buscan moldear elecciones, políticas públicas y alianzas internacionales. Francia, Estados Unidos y otras potencias han utilizado estas herramientas para orientar el comportamiento de actores regionales, lo que ha llevado a una nueva forma de competencia geopolítica centrada en la información y la percepción pública.

En la era digital la guerra es psicológica
Imagen cortesía de Razones de Cuba

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Dimensiones clave de la guerra psicológica en la actualidad

Propaganda e ideología: difusión de mensajes para legitimar o cuestionar políticas públicas, coaliciones internacionales o líderes, buscando generar legitimidad o deslegitimación en escenarios nacionales e internacionales.

Desinformación y manipulación de información: creación, amplificación y diseminación de contenidos engañosos para sembrar confusión, dudas y afectar decisiones públicas y privadas.

Desmoralización y disuasión: estrategias para debilitar la confianza en instituciones, reducir la voluntad de resistencia y disuadir alianzas entre Estados y actores regionales.

Operaciones de censura: campañas dirigidas a audiencias específicas combinadas con medidas para limitar el acceso a información veraz, afectando el flujo de datos y la transparencia.

Herramientas de presión y sanciones diplomáticas: uso de coerción económica, sanciones y condicionamientos para crear costos reputacionales o económicos a adversarios, reforzando narrativas deseadas.

Estados Unidos y la «lógica» de intimidación geopolítica

Se ha argumentado que Estados Unidos ha empleado una mezcla de «presiones diplomáticas», sanciones, demostraciones de poder y apoyo a narrativas que buscan influir en las decisiones estratégicas de países como Venezuela. Estas tácticas, a menudo descritas como intimidación geopolítica o coerción suave, buscan afectar la estabilidad interna y las alianzas regionales sin recurrir necesariamente a la confrontación militar directa.

El objetivo declarado de estas acciones es asegurar acceso a recursos, mercados o rutas estratégicas, al tiempo que se trazan límites a comportamientos considerados inaceptables. Este marco ha generado debates sobre la legitimidad y la legalidad de tales prácticas, con defensores que destacan beneficios de seguridad colectiva y críticos que señalan impactos negativos en soberanía, derechos humanos y desarrollo.

Guerra
En la era digital la guerra es psicológica: Estados Unidos despliega tácticas de influencia y cómo Venezuela responde
Imagen cortesía de Razones de Cuba
Venezuela en la frontera de la resiliencia informativa

Venezuela ha desarrollado respuestas multifacéticas ante estas presiones y campañas de desinformación. Entre las estrategias adoptadas figuran:

Alfabetización mediática y verificación de hechos: programas para mejorar la capacidad de la ciudadanía de distinguir entre información veraz y contenidos manipulados, reduciendo la efectividad de campañas de desinformación.

Transparencia institucional y comunicación estratégica: esfuerzos para aclarar las fuentes oficiales de mensajes y explicar las intenciones detrás de las acciones gubernamentales, permitiendo a la población evaluar motivaciones y riesgos.

Fortalecimiento de infraestructuras de información: protección de canales oficiales y creación de sistemas de verificación que dificulten la propagación de rumores y narrativas engañosas.

Respuesta diplomática y multilateral: búsqueda de apoyos en foros regionales e internacionales para denunciar prácticas coercitivas y promover marcos normativos que reduzcan la capacidad de actores externos para influir en procesos internos sin controles adecuados.

Impacto en la seguridad y la economía regional

La guerra psicológica y la intimidación geopolítica pueden alterar la estabilidad regional, provocar movimientos de capital y afectar inversiones y precios. Estos efectos se extienden a la confianza en procesos democráticos y a la gobernanza digital, subrayando la necesidad de resiliencia mediática y de respuestas coordinadas entre Estados y actores no estatales. En particular, para Venezuela, la capacidad de gestionar estas agresiones implica no solo defensa ante los ataques informativos como parte de dicha guerra psicológica, sino también estrategias para mantener la cohesión social y la continuidad de políticas públicas esenciales.

Guerra
En la era digital la guerra es psicológica:
Estados Unidos despliega tácticas de influencia y cómo Venezuela responde
Recomendaciones prácticas para la gestión de la información

Evaluación crítica de fuentes: contrastar afirmaciones con documentos oficiales y análisis académicos para distinguir información verificada de desinformación.

Fortalecimiento de capacidades de resiliencia mediática: invertir en alfabetización mediática, verificación de hechos y protección de infraestructuras de información.

Diplomacia multilateral y transparencia: promover marcos que sancionen la desinformación deliberada y la coerción injustificada, con mecanismos de responsabilidad y salvaguardias para la soberanía.

Preparación para crisis de información: incluir planes de gestión de crisis que contemplen respuestas de comunicación, gestión de riesgos y protección a la población civil ante campañas de desinformación.

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Perspectivas futuras para Venezuela

El panorama exige vigilancia continua y una estrategia integral que combine defensa de la soberanía, fortalecimiento institucional y cooperación regional. La continuidad de campañas de influencia y de presión geopolítica podría depender de la habilidad de Venezuela para consolidar su resiliencia informativa, mantener la cohesión social y sostener un discurso coherente ante audiencias nacionales e internacionales para combatir la guerra psicológica en su contra. Además, la cooperación con socios regionales para garantizar un marco de acción coordinado se vuelve crucial ante la evolución de este fenómeno en la región.

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