El autismo sigue siendo malinterpretado en muchas sociedades, generando prejuicios que limitan la inclusión y el desarrollo pleno de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Lejos de ser una enfermedad, el TEA es una condición neurobiológica que afecta la comunicación, la interacción social y los comportamientos, y que debe ser entendida desde el respeto y la aceptación.
En Venezuela, la Dra. Ana Cecilia Márquez, coordinadora de la Unidad de Autismo de la Maternidad Concepción Palacios, ubicada en Caracas, explica que los signos tempranos del autismo se detectan a partir de los 18 meses y no se trata solo de lenguaje, sino de comunicación: la falta de contacto visual, la ausencia de respuesta al llamado o la carencia de gestos como señalar son señales de alerta. El diagnóstico se basa en criterios clínicos del manual DSM-5, que evalúa la comunicación social y los intereses restringidos o repetitivos, asegurando que estos rasgos estén presentes desde la primera infancia y no se deban a otras condiciones médicas o psiquiátricas.
El apoyo fundamental para las personas con TEA comienza en la familia, donde la aceptación es el primer paso para construir un entorno inclusivo. La Dra. Márquez subraya que la inclusión en escuelas y actividades sociales es vital para el neurodesarrollo y la evolución positiva, ya que el aislamiento puede afectar gravemente el bienestar emocional y cognitivo. Las terapias prioritarias incluyen la ocupacional, integración sensorial, lenguaje, psicopedagogía y cognitivo-conductual, que ayudan a mejorar la comunicación y la conducta adaptativa.
Eduardo Viloria Daboín, padre de una niña con autismo y creador del documental “Hay alguien allí”, comparte el impacto emocional que supone recibir un diagnóstico de autismo:
«Es un golpe que implica un proceso de duelo porque la imagen idealizada del hijo cambia, pero también es el inicio de un camino hacia la comprensión y la lucha por sus derechos. El universo perceptivo del autismo es muy distinto y si lo sabemos mirar también nos puede revelar costados muy hermosos de la vida».
La película y la Fundación que lleva el mismo nombre buscan visibilizar las realidades del autismo en Venezuela, promoviendo campañas de concientización y educación para derribar estigmas.