La jornada electoral del pasado 25 de mayo arrojó un resultado político categórico: el chavismo no solo ganó la mayoría de las gobernaciones y la Asamblea Nacional, sino que consolidó un liderazgo territorial y parlamentario con un volumen de votos que marca un repunte sostenido frente a años anteriores.
Con el 99,88% de transmisión, el Gran Polo Patriótico (GPP) obtuvo 5.024.465 votos, el 82,68% del total, asegurando 23 de 24 gobernaciones y una mayoría calificada en la Asamblea Nacional. Sin embargo, la participación y la abstención han ocupado un lugar central en el debate postelectoral.
Desde sectores opositores radicales se ha intentado imponer la narrativa de la «baja participación» como supuesta prueba de ilegitimidad.
Sin embargo, esa lectura ignora los datos históricos, las causas estructurales del fenómeno abstencionista y el peso real de los votos chavistas.

¿Realmente fue baja la participación?
Lejos de ser un caso aislado, la participación del 25 de mayo se alinea con el comportamiento histórico del electorado en comicios regionales y parlamentarios.
Elecciones regionales (gobernadores)
- 2004: 45%
- 2008: 65%
- 2012: 53%
- 2017: 61,14%
- 2021: 42%
- 2025: 42,63%
Elecciones parlamentarias (Asamblea Nacional)
- 1999: 56%
- 2005: 25,26% (con boicot opositor)
- 2010: 66,45%
- 2015: 74,5%
- 2020: 31%
- 2025: 42,63% (elección conjunta con gobernadores)
Como se observa, los niveles de participación han sido siempre fluctuantes, incluso más bajos en elecciones donde la oposición aplicó estrategias de abstención (como en 2005 o 2020).
La cifra de 2025 está dentro del rango esperable para una elección regional-parlamentaria y muy por encima de otras experiencias latinoamericanas en procesos subnacionales.

Desmontando la narrativa abstencionista
Uno de los factores más determinantes para comprender estos porcentajes es el contexto del Registro Electoral Permanente (REP). De los casi 21 millones de electores inscritos, al menos 4 a 5 millones residen fuera del país y no pudieron votar, al no haberse activado mecanismos de participación externa.
Además, existe un núcleo estructural abstencionista —entre 12% y 15% del REP— que se mantiene al margen de cualquier elección, incluso presidenciales. A esto se sumó una oposición dividida, desarticulada y sin liderazgo nacional que no logró convocar ni movilizar a sus potenciales electores, generando una desafección electoral adicional estimada en otros 4 millones de personas.

El chavismo se recupera: datos y contexto
Pese al contexto de guerra económica, bloqueo, migración y campañas de la oposición extremista contra el país, el chavismo ha mostrado resiliencia electoral y, en esta elección, una recuperación sostenida del voto.
- 2004: 4,5 millones de votos del chavismo
- 2008: 5.422.064 de votos del chavismo
- 2012: 4.891.390 de votos del chavismo
- 2017: 5.817.052 de votos del chavismo
- 2021: 3.723.790 de votos del chavismo
- 2025: 5.024.465 de votos del chavismo
Luego del descenso coyuntural en 2021, producto del impacto acumulado del bloqueo y el repliegue postpandemia, el chavismo no solo recuperó más de 1,3 millones de votos, sino que logró la hegemonía territorial más amplia desde 2008.
Lejos de tratarse de una «victoria vacía», el 25 de mayo representó una consolidación política integral del bloque chavista incluso en condiciones adversas.
Por su parte, la abstención, lejos de ser un fenómeno inédito, responde a factores estructurales y coyunturales que, paradójicamente, afectan más a quienes renuncian al juego político que a quienes lo entienden y lo juegan con estrategia.