Brasil, con reservas inmensas pero una producción aún modesta, se posiciona como una de las grandes promesas en la carrera mundial por el control de las tierras raras, minerales esenciales para la tecnología y la defensa del siglo XXI.
Brasil, con algunas de las mayores reservas de tierras raras del mundo, está trazando una ruta independiente para su explotación estratégica, dejando claro que Estados Unidos no participará directamente en su desarrollo.
Aunque en volumen sigue rezagado —con apenas 3.000 toneladas métricas producidas en 2024, según el US Geological Survey (USGS)— Brasil posee más de 21 millones de toneladas en reservas estimadas, colocándose entre los cinco países con mayor potencial geológico.
Brasil vs Trump

Pero lo más llamativo no está bajo tierra, sino en el plano político. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha dejado claro que no permitirá que EE.UU. tenga control directo sobre la explotación de los minerales críticos brasileños, incluidos el litio, el niobio y las tierras raras. «Nadie mete la mano aquí. Nuestros recursos son del pueblo brasileño», declaró Lula el 25 de julio de 2025, en respuesta a intentos de presión desde Washington.
El mandatario brasileño reafirmó esta posición al crear una comisión nacional para mapear los minerales estratégicos, que tendrá control absoluto del Estado y que excluirá a actores extranjeros en decisiones clave sobre exploración y extracción. «No habrá explotación sin reglas claras y sin valor agregado para Brasil», sentenció.
A pesar de ciertas colaboraciones en investigación, como el reinicio de trabajos geológicos conjuntos con EE.UU. en zonas como Seridó o Goiás, Lula ha subrayado que los proyectos de explotación y refinamiento estarán bajo control nacional o de aliados que no interfieran con la soberanía brasileña. Esto ha quedado patente en la decisión de no ceder control operativo a las empresas estadounidenses que integran el Minerals Security Partnership (MSP).

Aunque el discurso es soberanista, algunos proyectos en territorio brasileño cuentan con respaldo internacional. Es el caso del Proyecto Serra Verde en Goiás, la mayor mina de tierras raras en operación fuera de China, y del Proyecto Pela Ema, impulsado por el Minerals Security Partnership (MSP) son liderados por Washington.
Además, el Gobierno ha prometido cerca de mil millones de dólares en financiamiento para acelerar el desarrollo de emprendimientos locales, seleccionados entre más de 15 mil millones en propuestas recibidas.
El Gobierno de Lula puso en marcha una comisión nacional de mapeo de minerales críticos, con control estatal absoluto, con el fin de que la explotación sea regulada conforme a políticas de soberanía mineral y beneficio nacional, excluyendo la intervención directa de Estados Unidos en cualquier etapa clave del desarrollo.
Con ello, Brasil está enviando un mensaje inequívoco: colaboraciones externas podrán existir en investigación o financiación, pero la explotación y toma de decisiones estratégicas estará bajo control nacional.