En un escenario que desafía las expectativas sanitarias modernas, Canadá se ha convertido en el principal epicentro del sarampión en Norteamérica durante 2025. Más de 3.800 casos confirmados, en su mayoría niños y bebés, han sido reportados en el país, cifra casi tres veces superior a la de Estados Unidos, a pesar de tener una población considerablemente menor. Esto representa un severo retroceso, considerando que el sarampión fue declarado erradicado oficialmente en Canadá en 1998.
El brote se concentra especialmente en las provincias de Alberta y Ontario. Alberta registra la tasa de contagios per cápita más alta del continente, con más de 1.300 casos y numerosas hospitalizaciones, mientras que Ontario experimentó un primer pico en comunidades menonitas de habla alemana, donde las tasas de vacunación históricamente han sido bajas por razones religiosas y culturales. El brote inició tras un caso importado en una gran reunión menonita en Nuevo Brunswick a finales de 2024, extendiéndose rápidamente entre comunidades vulnerables con rechazo tradicional o desconfianza hacia la vacunación, señala BBC.
Además de estos factores comunitarios, la propagación del sarampión en Canadá se ve agravada por una creciente ola de desinformación antivacunas pospandemia de COVID-19, y una desconfianza histórica en el sistema sanitario que ha marginado a grupos como los menonitas conservadores y otras minorías. Esta combinación ha reducido casi a la mitad la aplicación de la vacuna triple vírica en algunas regiones desde 2019.
A diferencia de Estados Unidos, donde figuras públicas como Robert F. Kennedy Jr. han sido foco de controversia antivacunas, Canadá carece de líderes que impulsen abiertamente estas narrativas, por lo que expertos sugieren que el problema tiene raíces más complejas ligadas a la desinformación difusa y la exclusión social.
Las autoridades sanitarias canadienses reconocen la gravedad del brote, que ha superado los picos históricos previos, y exhortan a cerrar las brechas de vacunación para contener la crisis. La vacuna triple vírica, con una efectividad del 97%, sigue siendo el único método eficaz para detener la circulación del virus y prevenir sus consecuencias graves, que pueden incluir neumonía, encefalitis e incluso la muerte.
La Organización Panamericana de la Salud ha reportado que Canadá lidera los casos en la región de las Américas en 2025, con un marcado incremento que evidencia la urgencia de intervenir con políticas públicas inclusivas y programas de salud comunitarios que restablezcan la confianza y el acceso a la vacunación.