Una comisión bipartidista del Congreso de Estados Unidos visitó la megacárcel CECOT en El Salvador, acompañada por el excongresista republicano Matt Gaetz, quien condujo un reportaje televisivo difundido a través de su programa The Matt Gaetz Show, transmitido por la cadena ultraconservadora One America News Network (OAN).
El recorrido comenzó en un pabellón donde se entrevistó a un reo salvadoreño condenado por múltiples delitos. Héctor Hernández confesó haber asesinado a más de 50 personas y afirmó que en el CECOT se sentía “seguro”, ya que anteriormente las cárceles salvadoreñas estaban bajo control de las pandillas.
Venezolanos en el CECOT: Gritos, himno y señales de auxilio
Sin embargo, el tono cambia abruptamente cuando la delegación cruza al área donde se encuentran confinados los 252 migrantes venezolanos trasladados desde Estados Unidos.
A diferencia del primer pabellón, los venezolanos no fueron entrevistados ni se les permitió compartir su versión de los hechos. ¿La razón? Su situación legal y humanitaria es radicalmente distinta: no fueron arrestados por delitos comprobados, sino deportados en masa bajo acusaciones infundadas de pertenecer a la extinta banda Tren de Aragua, y enviados al CECOT sin juicio ni respeto al debido proceso.
En el video se puede apreciar a algunos reclusos haciendo la reconocida señal internacional de auxilio: levantar la mano con la palma hacia afuera, doblar el pulgar hacia la palma y luego cerrar los dedos sobre él, formando un puño.
A pesar de la brevedad del segmento dedicado a ellos, se alcanza a escuchar a varios detenidos gritando desesperadamente: “¡Libertad!”, “¡Estamos secuestrados!”, “¡Ayuda!”.
Incluso, si se presta atención, se oye a algunos cantar el himno nacional de Venezuela, Gloria al Bravo Pueblo, como gesto de resistencia y súplica colectiva.
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Este episodio no es el primero que pone en evidencia la gravedad de la situación que enfrentan estos migrantes. El pasado 23 de marzo, la revista TIME publicó un crudo reportaje titulado “Lo que vivieron los venezolanos deportados a El Salvador”, firmado por el fotoperiodista Philip Holsinger.
El texto documenta tratos crueles y degradantes desde el momento de su llegada al país centroamericano: despojados de sus pertenencias, golpeados por funcionarios salvadoreños y confinados en celdas sin colchones, sin contacto con el mundo exterior, en condiciones extremas de hacinamiento.

El gobierno venezolano ha denunciado reiteradamente que estos ciudadanos han sido utilizados como rehenes políticos en una estrategia de guerra híbrida contra Venezuela. El presidente Nicolás Maduro calificó el hecho como un crimen internacional, mientras que la Cancillería ha solicitado la intervención de organismos multilaterales como la ONU y la CELAC.
Lejos de ser una muestra de transparencia, el reportaje de Gaetz —producido con tintes propagandísticos— termina revelando la profundidad del drama.
Las cámaras captaron la angustia de decenas de migrantes convertidos en víctimas de una operación política binacional. Mientras los congresistas estadounidenses ignoraban los gritos, desde las celdas del CECOT una verdad se abría paso: los venezolanos no están presos por sus actos, sino por quiénes son y de dónde vienen.