El líder de Coldplay, Chris Martin, protagonizó un momento tan emotivo como tenso durante su concierto del domingo en el estadio de Wembley, Londres, cuando invitó al escenario a dos jóvenes que, al ser preguntadas por su procedencia, respondieron: “Israel”.
La mención desató una mezcla de abucheos entre las 90.000 personas que llenaban el recinto, por el desacuerdo con el genocidio y ocupación en Gaza , lo que llevó al cantante a pronunciar un breve mensaje sobre igualdad que encendió el debate en redes y medios.
Mientras se sentaba al piano, Martin intentó rebajar la tensión con un discurso conciliador y muy comentado: “Voy a decir esto. Estoy muy agradecido de que estén aquí como seres humanos. Les tratamos como seres humanos iguales en la Tierra, independientemente de dónde vengan… Gracias por estar aquí… Aunque quizá sea controvertido, también quiero dar la bienvenida a personas de Palestina que estén en el público… Creo que todos somos igualmente humanos”. Las frases quedaron registradas en videos difundidos por asistentes y recogidos por varios medios.
Las dos jóvenes —identificadas como Avia y Yael en la prensa israelí— relataron después que, por un instante, pensaron en ocultar su nacionalidad para evitar controversias: “Por una fracción de segundo pensamos en decir Malta… Da un poco de miedo que 90.000 personas supieran que somos de allí, pero lo dijimos”.
El episodio se volvió viral y, como suele ocurrir, dividió opiniones. Parte del público y usuarios en redes aplaudieron el mensaje de unidad de Martin; otros lo consideraron inapropiado o humillante para las fans israelíes.
La periodista y activista judía Eve Barlow escribió en X: “Imagina que te llamen para celebrar que eres fan de tu banda favorita y que eso se convierta en una oportunidad para calificar tu existencia delante de decenas de miles de personas”
La controversia también fue recogida por medios británicos y estadounidenses, algunos de los cuales calificaron la escena como “dehumanizing” (deshumanizante), al interpretar que el vocalista, al subrayar la “igualdad” de las jóvenes y mencionar en paralelo a los palestinos, habría politizado un momento que debería haber sido solo de celebración para dos fans en su concierto.
Pero no todas las reacciones fueron negativas. En foros y redes propalestinas, el gesto de Martin fue visto como un acto de valentía, al reconocer también a los palestinos en un escenario global donde su presencia suele quedar marginada.
La frase “We’re all equally human” (“Todos somos igualmente humanos”) resonó como un intento de tender un puente en un momento en que la cultura, el deporte y el entretenimiento también se ven atravesados por la política.
Otros análisis, en cambio, contextualizaron el gesto en la trayectoria reciente del grupo, que suele promover mensajes de inclusión en sus espectáculos de la gira Music of the Spheres. En esta lectura, Martin habría intentado “desactivar” la tensión en vivo con una apelación universalista, en un clima europeo marcado por protestas y choques discursivos a raíz de la ocupación en Gaza.
En cualquier caso, el incidente deja varias imágenes para la crónica: dos jóvenes emocionadas sobre el escenario de Wembley —portaban un cartel que habría llamado la atención del cantante—; una multitud partida entre vítores y desaprobaciones; y un frontman que, consciente del filo de sus palabras, quiso cerrar con una idea sencilla y, a la vez, incendiaria en tiempos polarizados.
Lo cierto es que la idea de apelar a la humanidad reduce la cruda realidad que vive el pueblo palestino a manos del Sionismo israelí dijo un espectador.
El episodio llega poco después de otra polémica viral en la gira —la llamada “kiss cam”— que ya había puesto a Coldplay en el centro de la conversación pop y mediática.
El episodio no pasó desapercibido. Para unos fue incómodo, para otros esperanzador. Pero, sobre todo, puso en evidencia cómo incluso en un concierto pop la ocupación y el genocidio en Gaza se cuela inevitablemente. Entre los aplausos, los abucheos y las palabras de Martin, Wembley se convirtió en un escenario donde la música y la geopolítica chocaron de frente.
