Con una votación mayoritaria en ambas cámaras del Congreso, Colombia aprobó la reforma laboral impulsada por el presidente Gustavo Petro, una de las iniciativas más ambiciosas de su proyecto de transformación social.
Esta reforma marca un giro histórico en la protección de los derechos laborales y busca mejorar las condiciones de vida de millones de trabajadores formales e informales en el país.
Para Petro, este es más que un logro legislativo: «El pueblo trabajador de Colombia ha ganado su primera victoria después de 34 años», escribió en su cuenta de x.
Entre los puntos centrales de la reforma se encuentran:
- Ampliación del recargo nocturno desde las 7:00 p.m., con un pago del 100 % por trabajo en domingos y festivos.
- Contratos a término fijo limitados a 4 años, promoviendo la estabilidad laboral.
- Formalización de trabajadores de plataformas digitales, garantizando seguridad social y prestaciones.
- Reconocimiento pleno para aprendices del SENA, que ahora tendrán acceso a primas, cesantías y vacaciones.
Estos cambios buscan corregir las desigualdades acumuladas desde los años 90, cuando las reformas neoliberales debilitaron la relación entre empleo y bienestar.
El trabajo como derecho, no como privilegio

Pese a los obstáculos políticos, la reforma fue aprobada tras un intenso debate nacional. El presidente Petro anunció que retirará el decreto que convocaba una consulta popular, inicialmente propuesta para sortear la parálisis legislativa. “El Congreso escuchó al pueblo”, declaró.
Desde el gobierno de Petro explican que esta reforma no solo fortalece el tejido laboral, sino que también estimula la economía desde abajo: al dignificar al trabajador, se dinamiza el consumo interno y se fortalecen las pequeñas economías regionales.