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Colombia y la Ruta de la Seda: entre oportunidades y tensiones geopolíticas con EE.UU.

En Colombia, la confirmación por parte del presidente Gustavo Petro de la adhesión del país a la ambiciosa iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda (BRI) de China ha encendido un intenso debate en la nación sudamericana.

Mientras el gobierno colombiano vislumbra un futuro de diversificación económica y desarrollo tecnológico, voces críticas, con fuertes vínculos históricos y económicos con Estados Unidos, alertan sobre los posibles riesgos y las implicaciones geopolíticas de esta nueva decisión.

«Vamos a firmar la Ruta de la Seda. Tanto América Latina como Colombia somos libres, soberanos, independientes. Y las relaciones que establecemos con cualquier pueblo del mundo, al norte, al este, al oeste o al sur, deben ser en condiciones de libertad, de igualdad,» declaró categóricamente el presidente Petro desde Beijing, durante su participación en la IV Reunión Ministerial del Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

El mandatario enfatizó que la visión de su gobierno incluye «el desarrollo de infraestructura tecnológica de punta que conecte a Colombia, a través de fibra óptica submarina, con Asia y Europa».

Ventanas de oportunidad para el desarrollo de Colombia

La apuesta por la Ruta de la Seda se presenta para Colombia como una estrategia para romper la dependencia económica tradicional y abrirse a un mercado global en constante expansión. Los defensores de esta política señalan los múltiples beneficios que podrían derivarse de una mayor colaboración con China:

Infraestructura para el progreso y la inclusión: La participación en la BRI podría catalizar la inversión en proyectos de infraestructura largamente necesitados en Colombia, desde la modernización de puertos y carreteras hasta el desarrollo de redes ferroviarias y la expansión de la conectividad digital a través de fibra óptica submarina.

Petro planteó la visión de que territorios históricamente excluidos como San Andrés, Buenaventura y Zipaquirá se conviertan en nodos de producción tecnológica y servicios digitales globales, facilitando el acceso de los jóvenes a empleos vinculados a la Inteligencia Artificial.

Diversificación comercial estratégica: Al estrechar lazos con la economía china, Colombia busca reducir su dependencia del mercado estadounidense, históricamente su principal socio comercial.

Esta diversificación se considera crucial para la resiliencia económica del país ante las fluctuaciones y las políticas proteccionistas de otras naciones. La adhesión a la BRI, una estrategia global promovida por el presidente chino Xi Jinping desde 2013 y que ya involucra a más de 150 países con inversiones superiores al billón de dólares en infraestructura, representa un giro significativo en la política exterior colombiana.

Impulso a la innovación tecnológica y la integración regional: La BRI no se limita a la infraestructura física; también promueve la cooperación en áreas de vanguardia como la inteligencia artificial, las energías renovables y las telecomunicaciones.

La colaboración con China en estos campos podría significar una aceleración del desarrollo tecnológico en Colombia y la transferencia de conocimientos especializados. Petro insistió además en la necesidad de la integración entre Colombia y los países vecinos como Venezuela, Panamá y Ecuador mediante infraestructura tecnológica como la fibra óptica, y por medio de una apuesta común por la paz y la producción limpia.

Nuevo escenario geopolítico regional: La adhesión a la BRI según Petro, podría fortalecer la posición de Colombia en la región, permitiéndole jugar un papel más activo en la configuración de nuevas dinámicas económicas y políticas en América Latina, especialmente en un contexto donde otros países de la región también exploran o profundizan sus lazos con China.

«En la última sesión de la Celac fui elegido presidente, y desarrollo su agenda que comienza por una cumbre Celac-China; luego vendrá Celac-Europa. Hemos solicitado al gobierno de los Estados Unidos que se haga también la cumbre Celac-Estados Unidos. Tiene como objetivo, por su posición geográfica, ser el corazón del mundo social, político y económico”, explicó Petro, resaltando la ambición de Colombia en el escenario global.

La sombra de la influencia norteamericana

No obstante, la decisión de Colombia no ha estado exenta de críticas. Sectores empresariales y figuras políticas con fuertes lazos con Estados Unidos han expresado su inquietud. La Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), calificó la adhesión como un posible «inmenso error estratégico,» alertando sobre la potencial competencia desleal de productos chinos subsidiados y las posibles repercusiones en la relación bilateral con Washington.

Estas voces críticas, a menudo alineadas con los intereses y la visión estratégica de Estados Unidos en la región, enfatizan los riesgos de una mayor dependencia de China y las posibles tensiones que esto podría generar con su socio comercial histórico.

Argumentan que la influencia económica china podría traducirse en influencia política, erosionando la soberanía y alineando a Colombia con una potencia global en competencia directa con Estados Unidos.

La preocupación por la reacción de Washington es palpable. Históricamente, Estados Unidos ha ejercido una influencia significativa en la política y la economía colombianas, y cualquier movimiento que se interprete como un acercamiento excesivo a su principal competidor global genera suspicacias. La advertencia implícita de posibles consecuencias económicas o diplomáticas no es descartada por analistas que observan de cerca el tablero geopolítico latinoamericano.

El gobierno de Petro apuesta por una estrategia de diversificación y autonomía, buscando nuevas alianzas que impulsen el desarrollo y fortalezcan la posición del país en un mundo multipolar. Sin embargo, este camino no estará exento de desafíos y demandará una gestión cuidadosa de las relaciones con todos los actores internacionales, especialmente con Estados Unidos.

Petro permanecerá en China hasta el sábado 17 de mayo, donde sostendrá una reunión bilateral con su homólogo chino Xi Jinping y participará en la cumbre entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), bloque regional cuya presidencia pro témpore actualmente ostenta Colombia.

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