A la vera del camino, en el puente Ecuador, sobre el río Catatumbo, un fogón se mantiene encendido. El señor Yovani trae más leña para que no se apague y la señora Viviana, la cocinera, sigue revolviendo el caldo de costilla y verduras que ofrecen a los desplazados, que cada 15 minutos llegan por el río en pequeñas embarcaciones.
Viviana Angulo, es vocera principal del consejo comunal de la zona y encargada del sancocho.
A pocos metros de allí está el improvisado puerto donde llegan las gabarras, canoas que navegan estos ríos caudalosos de la frontera. Vienen cargados de personas que escapan de la violencia, anticipándose o por amenazas directas. Atrás dejan trabajos, familias separadas, enseres y sus hogares. Llegan apenas con unos bolsos y algunas cosas que lograron transportar.
La dinámica de esta frontera es fluida, prácticamente en los 2200 kilómetros de extensión, pero especialmente en las zonas más pobladas de los estados Táchira y Zulia. Y eso genera que el tránsito sea también fluido y los límites difusos: las familias son generalmente binacionales, de lazos históricos, de personas que trabajan allá, que estudia acá, que viven en ambos lados y que afrontan los vaivenes en conjunto.
Son las caras visibles del largo conflicto de violencia de Colombia, que ahora recrudece, después de años de relativa calma y una bofetada en la cara al anhelo de paz total del Presidente Petro.
Trabajadores, campesinos, amas de casa, personas comunes y corrientes ven interrumpida su vida por el fantasma del desplazamiento y la violencia que parecía quedar en el pasado, por lo menos de esta forma tan grotesca, por el indicador de muertes de líderes sociales de Indepaz, nunca deja de sumar.
Así funciona la respuesta humanitaria de Venezuela para apoyar a los desplazados por la violencia armada en Colombia
Aquí también se expresa la doctrina de defensa cívico-militar-policial de Venezuela: al bajar de la canoas los ayudan los militares venezolanos, los policías registran sus datos y unos dirigentes territoriales les ofrecen agua, la sopa y los orientan si es que no tienen familiares que los esperen.
El gobierno venezolano dispuso albergues en la localidad «El Cruce» y habilitó una escuela para alojarnos temporalmente en la localidad Casigua el Cubo, una ciudad fronteriza desde donde se coordina la respuesta humanitaria, con las autoridades civiles, militares y organizaciones populares.
Además, instalaron tres puestos de atención médica junto a la dirección de salud del estado Zulia, ofrecen transporte gratuito a las personas que llegan por distintas vías, incluso un puente aéreo con helicópteros. Además, entregaron juguetes para los niños y kits de higiene y mantenimiento.






