Es sumamente inusual que exista completa seguridad a las afueras de la fundación Nobel en Oslo, Noruega, durante los días previos a la entrega, sin embargo, la de este año es una entrega marcada por la duda sobre la politización de un lauro que, en teoría, debería promover la unidad.
También es inusual que se entregue este premio a quien ha abogado por una intervención militar, no solamente estadounidense, sino internacional en Venezuela, no en vano y al unísono se ha escuchado frente a la sede Nobel el coro “No al Nobel a una imperialista”; se refieren a la opositora venezolana e integrante de la extrema derecha María Corina Machado.
Desde 2014, Machado ha construido su perfil internacional no en torno a la promoción de la paz, sino en la exigencia de medidas punitivas contra Venezuela: celebró los embargos de Washington en 2017 y 2020, rechazó diálogos en 2018 y 2019, y en entrevistas televisivas llegó a declarar que “lo que necesita Venezuela son más sanciones”.
Este expediente, lejos de encarnar la fraternidad y la desmilitarización que Alfred Nobel definió como esencia del premio, expone una contradicción que hoy sacude la credibilidad del Comité Nobel y abre un debate sobre el galardón.
¿Cómo es posible que alguien cuyo historial político está marcado por llamados reiterados a sanciones internacionales, celebraciones de bloqueos económicos y rechazo sistemático a procesos de diálogo se haga con el lauro?
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Encubrimiento
El Comité Nobel, según la Organización de la Paz Nórdica, omitió el proceso de investigación “y eso es omisión de una obligación establecida en un precepto, donde se demuestra que debe haber una investigación al laureado”. Esa denuncia respondería la interrogante.
Paz Nórdica es uno de los muchos grupos antiimperialistas que se han reunido en un foro contra la ceremonia de entrega pautada para este miércoles 10 de diciembre. Afirman que María Corina Machado representa la antítesis del Nobel por los llamados a invasiones y sanciones al pueblo venezolano.
Legitimación de agresiones
“Este premio puede ser la decisión más peligrosa del Comité en la historia. Incluso con la comprensión más amplia o descabellada posible de lo que es un «Defensor de la Paz», Machado no cumple con los requisitos; es su antítesis”, denuncia por su parte la organización internacional Paz y Justicia.
El cuestionamiento no ha llegado solamente desde grupos de activistas, desde presidentes latinoamericanos hasta referentes de la paz han rechazado el galardón, “es una estrategia de Washington y no a méritos de paz”, denunciaba el premio Nobel de paz de 1980, Adolfo Pérez Esquivel.
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Se trata entonces, según el progresismo internacional, de la politización del galardón en medio de una agenda que lo convierte en instrumento de legitimación de agendas externas, nada alejado de la estrategia de Estados Unidos en el Caribe, que mediante asesinatos extrajudiciales y agresiones a soberanías busca legitimar la aplicación perenne de su doctrina Monroe.

