El gobierno de Donald Trump oficializó esta semana el cierre definitivo de la USAID, la histórica Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Lo que se presenta públicamente como un “recorte presupuestario” y una “revisión estratégica de la ayuda exterior” es, en realidad, la reconfiguración de un brazo geopolítico clave: Estados Unidos no abandona el intervencionismo, simplemente lo privatiza.
La medida —impulsada por el Departamento de Estado y celebrada por figuras como Elon Musk y el senador Marco Rubio— no solo desmonta una red de programas de salud, educación, medio ambiente y seguridad alimentaria en más de 80 países; también marca el fin de una era de influencia “blanda” en favor de un nuevo paradigma: la injerencia encubierta bajo ropajes corporativos.
“I think so”
Respondió el propio Trump cuando un periodista le preguntó si estaba «por cerrar» la USAID, tras insinuar que planeaba desmantelar la agencia totalmente.
¿Qué fue realmente la USAID?
Aunque durante décadas la USAID fue presentada como una herramienta humanitaria, sus operaciones en América Latina, África y Europa del Este revelaron otra cara: el financiamiento de grupos opositores, medios de comunicación alineados, y “proyectos democráticos” que coincidían con intereses geopolíticos de Washington.
En Cuba, Bolivia, Venezuela y Nicaragua, su rastro es inseparable de intentos de cambio de régimen.
| Programa | Actuación |
|---|
| ZunZuneo (Cuba) | Proyectos encubiertos para generar disidencia interna a través de una red social de mensajería controlada por USAID. |
| Apoyo a Guaidó (Venezuela) | EEUU financió directamente la oposición política con millones, incluyendo medios y estructura legislativa alternativa. |
- En Venezuela, USAID destinó más de 40 millones USD en 2019 para apoyar “actores democráticos” durante el intento de instalar a Juan Guaidó como presidente interino.
- En Cuba, USAID financió en secreto una red social llamada ZunZuneo para movilizar jóvenes contra el gobierno, según investigaciones de la Associated Press (2014). Se trataba de una especie de “Twitter cubano” diseñado para fomentar el descontento.
- En Bolivia, también se denunció que USAID apoyó a movimientos separatistas y de oposición en Santa Cruz antes del golpe de 2019.
Ahora, al ser desmantelada, no se elimina ese poder: se redirige hacia estructuras privadas, fundaciones empresariales, contratistas tecnológicos y ONGs “apolíticas” que operan sin rendición pública de cuentas como;
- Contratistas y fundaciones como fachada:
Multinacionales aliadas al gobierno estadounidense tomarán el control de programas específicos en países “prioritarios”. Google.org, la Fundación Gates, SpaceX Humanitarian, y BlackRock Impact están en la lista. - Fondos para “innovación pro-occidental”:
Una parte del presupuesto irá a financiar startups y proyectos tecnológicos que promuevan infraestructura digital, blockchain, vigilancia sanitaria y reformas educativas alineadas al modelo neoliberal. - Cooperación atada a comercio y geopolítica:
Países que deseen recibir algún tipo de apoyo deberán mostrar “compromiso con la libertad de mercados, reformas estructurales y defensa de los valores occidentales”, según un borrador filtrado por The Intercept. - Desaparición de la rendición de cuentas pública:
Sin una agencia formal como USAID, no habrá comités de supervisión ni obligaciones de transparencia sobre a dónde va el dinero ni a quién beneficia.
Un nuevo tipo de injerencia
Expertos advierten que este nuevo modelo no reduce la influencia de EE.UU. en el mundo, sino que la hace más opaca, flexible y letal. Al disfrazarse de inversión privada, la intervención ya no será percibida como un acto de gobierno, sino como “colaboración internacional”.
El fin de USAID no es una retirada del mundo, es una mutación. El viejo imperialismo vestido de misión humanitaria da paso a un nuevo orden: el de la dominación filantrópica, silenciosa y tercerizada. Un poder sin rostro estatal, pero con muchos logos corporativos.
