En EE.UU. Un video de funcionarios federales —empleados del propio Estado— haciendo fila para recibir comida gratuita en Maryland, desnuda una crisis estructural que va más allá del cierre de Gobierno.
Es el reflejo de una nación donde la estabilidad laboral depende de la pugna política entre republicanos y demócratas, y donde el aparato federal se paraliza mientras el gasto militar se mantiene intacto o incluso crece.
El cierre gubernamental, que ya supera los 20 días, no es un accidente: es una forma de chantaje político institucionalizado. Mientras tanto, miles de familias quedan sin ingresos, sin poder pagar alquileres o alimentos, en un país que destina más de 850.000 millones de dólares al Pentágono pero donde un trabajador público debe hacer fila por un paquete de comida.
El llamado “sueño americano” se transforma en una pesadilla burocrática, donde el “poder del pueblo” queda reducido a una negociación de presupuesto entre élites que nunca pasan hambre.

“Llevo dos semanas sin cobrar y ya tuve que elegir entre pagar la renta o comprar comida”, relató una trabajadora del Servicio de Parques Nacionales a medios locales. Su testimonio se repite en todo el país. En Maryland, una hora antes de comenzar la distribución de alimentos, la fila ya daba la vuelta a la manzana.
No es primera vez ni al última en EE.UU
Los cierres de Gobierno en EE.UU son recurrentes en la historia reciente del país, pero este se ha convertido en uno de los más prolongados del siglo XXI. La raíz del conflicto está en la falta de acuerdo sobre el presupuesto de seguridad fronteriza y el gasto social. El presidente Donald Trump insiste en reforzar el control migratorio, mientras el Congreso demócrata se niega a recortar programas sociales.

Mientras tanto, las consecuencias humanitarias son evidentes. Los bancos de alimentos en Washington D.C., Virginia y Maryland reportan un incremento de hasta 40 % en la demanda de asistencia alimentaria, gran parte proveniente de empleados federales. “Es irónico ver a quienes sostienen al gobierno hacer fila para recibir ayuda”, dijo un voluntario del Banco de Alimentos del Gran Washington.
Al respecto la Dra. Carmen Cornado quien es profesora de derecho de la Universidad Bolivariana de Venezuela afirma que “Cuando un país necesita bancos de comida para alimentar a sus empleados, dejó de ser una potencia moral.”
La crisis del gobierno de EE.UU ha reavivado el debate sobre la estabilidad del modelo político estadounidense. Muchos ciudadanos se preguntan cómo un país que se autodenomina “la mayor economía del planeta” puede permitir que sus trabajadores públicos dependan de donaciones.

