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EE.UU. aplaude reelección indefinida de Bukele, pero tildó de “dictadura” a Venezuela por lo mismo

Mientras Washington califica de «constitucionalmente sólido» el camino a la reelección ilimitada en El Salvador, en 2009 condenó con dureza la misma medida en Venezuela, tildándola de «grave retroceso para la democracia».

La aprobación de la reelección presidencial indefinida de Bukele en El Salvador ha dejado al descubierto un evidente doble rasero en la política exterior de Estados Unidos, que ahora avala una medida que antes condenó con severidad cuando fue adoptada por Venezuela bajo el liderazgo de Hugo Chávez.

Este martes, un vocero del Departamento de Estado estadounidense declaró que el proceso legislativo salvadoreño que habilita a Nayib Bukele a postularse indefinidamente es “constitucionalmente sólido” y “basado en la democracia”, rechazando comparaciones con “regímenes dictatoriales ilegítimos”.

“Rechazamos la comparación del proceso legislativo de El Salvador […] con regímenes dictatoriales ilegítimos en otras partes de nuestra región”, aseguró el portavoz a CNN.

Sin embargo, este tono contrasta fuertemente con las declaraciones emitidas por EE.UU. en 2009, cuando Venezuela aprobó un referéndum que también autorizaba la reelección sin límites. En ese entonces, el Gobierno de Barack Obama acusó a Hugo Chávez de perpetuarse en el poder y cuestionó la salud democrática del país.

“Las elecciones del señor Chávez en Venezuela no fueron seguidas por un comportamiento democrático; está convirtiéndose cada vez más en un totalitario.”

“Este referéndum representa un paso más hacia un sistema autoritario. Socava el principio fundamental de la alternancia en el poder”, dijo en febrero de 2009 el entonces portavoz del Departamento de Estado, Gordon Duguid, tras la victoria del “sí” en Venezuela.

Bukele

Incluso el propio expresidente Obama expresó su preocupación. En declaraciones recogidas por The Miami Herald, señaló:

“Los líderes que no están dispuestos a ceder el poder voluntariamente minan la democracia desde adentro”.

A diferencia del caso venezolano, Estados Unidos ahora justifica los cambios salvadoreños argumentando que “la Asamblea Legislativa fue elegida democráticamente” y que por tanto está legitimada para cambiar la Constitución. Sin embargo, en Venezuela, el referéndum también fue aprobado por votación directa, en un proceso reconocido por observadores internacionales.

Para algunos analistas, la diferencia de trato se explica por la actual cercanía entre Bukele y la administración Trump, quien lo recibió en la Casa Blanca en abril de este año y elogió públicamente su “mano firme” en temas de seguridad e inmigración.

De hecho, El Salvador ha sido un socio clave en la política migratoria de Washington, al retener en sus cárceles a centenares de migrantes expulsados bajo la Ley de Enemigos Extranjeros. Según analistas, este alineamiento estratégico ha convertido a Bukele en un “líder útil” a ojos de la Casa Blanca, lo que explica la indulgencia actual.

“La democracia Bukele según Washington”
Hugo Chávez

La contradicción no ha pasado desapercibida. En redes sociales, activistas y periodistas han señalado la doble moral de Estados Unidos al condenar a algunos gobiernos por reformar su Constitución mientras bendicen a otros que hacen exactamente lo mismo.

Cuando Chávez promovió la reelección indefinida, era ‘una dictadura’. Cuando Bukele lo hace, es ‘constitucionalmente sólido’. ¿Dónde queda la coherencia?”, afirma la periodista Mixe Castellano de la Facultad de Comunicación de la UBV.

A pesar de defender la medida, Bukele aún no ha confirmado si buscará un tercer mandato, aunque muchos observadores creen que lo hará. Para el analista Daniel Zovatto, el presidente salvadoreño estaría preparando una dinastía.

“Esto es una reelección sin límites. Si el pueblo decide cada vez, ¿por qué limitarse? Pero al final, el riesgo es evidente: se crea un sistema personalizado, donde el poder gira en torno a una figura única”, advirtió en CNN.

La postura de Estados Unidos frente a la reelección indefinida depende más de la afinidad política del gobernante en cuestión que de los principios democráticos. La tolerancia con Bukele y la dureza con Chávez exponen una constante en la política exterior de Washington: la democracia es aceptable solo si no contradice sus intereses estratégicos.

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