Las recientes declaraciones de Donald Trump y sus movimientos diplomáticos han dejado en evidencia lo que muchos analistas califican como el “doble rasero estructural” de la política estadounidense en Oriente Medio.
En plena escalada del conflicto entre Israel e Irán, el mandatario norteamericano ha endurecido su retórica contra Teherán, exigiendo su “rendición total”, mientras evita cualquier exigencia o reproche hacia el arsenal nuclear no declarado de Israel y el ataque a las centrales nucleares iraníes.
Desde su salida anticipada de la cumbre del G‑7 en Kananaskis (Canadá), Trump dejó claro que su gobierno respalda sin condiciones a Israel mientras aumenta la presión sobre Irán, único país de la región adherido al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) que acepta inspecciones internacionales.
G‑7 en Canadá: salida inesperada y retoques diplomáticos
Trump abandonó inesperadamente la cumbre del G‑7 celebrada en Canadá, ordenando a su equipo del Consejo de Seguridad Nacional reunirse de inmediato y citando la escalada entre Israel e Irán como la razón principal.
En pleno vuelo de regreso a Washington, cuestionó las afirmaciones del presidente francés Macron y enfatizó: “nada tiene que ver con un alto el fuego”.
Durante la cumbre del G‑7 en Kananaskis (Canadá), Macron informó a los periodistas que Estados Unidos había hecho una propuesta para negociar el alto al fuego entre Israel e Irán.
Sin embargo, Trump se apresuró a desmentirlo, calificando la declaración de Macron como equivocada y acusándolo de buscar protagonismo.
«¡Incorrecto! No tiene ni idea de por qué voy ahora a Washington, pero desde luego no tiene nada que ver con un alto el fuego. Es mucho más importante. Sea a propósito o no, Emmanuel siempre se equivoca». señaló
Donald Trump
Doble rasero de Washington con Israel

Israel, que ha evitado firmar el TNP y mantiene un arsenal nuclear sin inspecciones, recibe un apoyo total de EE.UU. La declaración conjunta del G‑7, avalada por Trump, respalda su “derecho a defenderse”, sin demanda alguna sobre su estatus nuclear .
Irán, por su parte, sujeto al TNP desde 1968 y sometido a inspección del OIEA, es acusado de desestabilizar la región. Trump exigió que Teherán aceptara un nuevo acuerdo nuclear más severo: “un fin real al programa nuclear iraní, no solo un alto el fuego” enfatizó.

Analistas apuntan que Trump pretende rediseñar el tablero regional: consolidar la alianza con Israel (y por extensión con Arabia Saudita y Emiratos Árabes), mientras presiona a Irán para someterlo a un nuevo marco nuclear y diplomático. El sesgo es evidente: una potencia sin escrutinio frente a otra bajo máxima presión.
Trump dejó en claro que Irán “no puede tener un arma nuclear” y advirtió que responderá “con toda su fuerza, sin contemplaciones” si se ataca a intereses estadounidenses.

Bajo la presidencia de Trump, EE.UU. se muestra sin filtros: respalda sin reservas a Israel, sin cuestionar su programa atómico ilícito, y presiona a Irán, que cumple con el TNP, para aceptar un nuevo acuerdo nuclear.
Esta postura deja de lado la idea de mediador imparcial y revela una estrategia geopolítica basada en la hegemonía regional y la confrontación selectiva.