El gobierno de los EE.UU anunció el miércoles un paquete de sanciones que apunta directamente a dos de las mayores compañías petroleras de Rusia, Rosneft y Lukoil, junto con 34 filiales, en un esfuerzo por debilitar las fuentes de financiación del aparato militar de Moscú y forzar un alto al fuego inmediato en el conflicto de Ucrania.
Según un comunicado del Office of Foreign Assets Control (OFAC) del Departamento del Tesoro, las medidas se adoptan ante la “falta de serio compromiso” de Rusia en el proceso de paz.
El secretario del Tesoro de EE.UU, Scott Bessent, declaró: “Ahora es el momento de detener el asesinato y de un alto al fuego inmediato. Dado que el presidente Putin se niega a terminar esta guerra sin sentido, el Tesoro sanciona a las dos mayores compañías petroleras rusas que financian la máquina de guerra del Kremlin. Estamos preparados para tomar nuevas medidas si es necesario… Animamos a nuestros aliados a que se sumen y cumplan con estas sanciones”.
El presidente Donald Trump, en un encuentro tras su reunión con el secretario general de la OTAN, afirmó a los medios: “Simplemente sentí que era el momento. Esperamos demasiado tiempo”.
Asimismo, subrayó que esperaba que las sanciones “no duren mucho”, confiando en que el conflicto pueda resolverse.
EE.UU se monta en el «tren» de la congelación de activos

Las sanciones de EE.UU incluyen el bloqueo de todos los activos que las entidades puedan tener en territorio estadounidense y la prohibición para ciudadanos y empresas de EE.UU. de realizar transacciones con ellas. Además, se han listado 34 filiales en las que Rosneft o Lukoil tienen una participación del 50 % o más, directa o indirectamente.
El anuncio marca un cambio significativo en la política estadounidense, ya que hasta ahora la administración había evitado sancionar directamente al sector energético ruso debido al riesgo de afectar los precios globales del petróleo.
Analistas señalan que la efectividad de la medida dependerá de la capacidad de EE.UU. para presionar también a los intermediarios y compradores extranjeros de petróleo ruso, en particular en India y China, que hasta ahora no han sido objeto de sanciones directas.
Moscú ya había advertido previamente que las sanciones eran un arma de doble filo. El portavoz del Kremlin había señalado que “cuanto más grave sea el paquete de sanciones … más grave será, digamos, el culatazo en el hombro, como por un arma”.
El contexto inmediato de la medida lo configura un estancamiento en las negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania, mientras Rusia continúa los ataques con misiles y drones. Las sanciones energéticas, históricamente un instrumento clave para socavar la financiación militar, adquieren ahora protagonismo en la estrategia de Washington.

Fuentes del Senado estadounidense celebraron la decisión. La senadora Jeanne Shaheen comentó que “diez meses fueron demasiado para esperar, pero me alegra que la Administración finalmente dé este primer paso para hacer que Vladimir Putin rinda cuentas por su campaña asesina en Ucrania. La designación de dos grandes compañías petroleras es un buen comienzo, pero debería ser el paso inicial de una serie de acciones para imponer responsabilidad al Kremlin y forzarlo a la mesa de negociaciones”.
Las sanciones constituyen una ofensiva financiera dirigida a asfixiar los ingresos energéticos de Rusia con el objetivo explícito de presionar por una resolución del conflicto ucraniano. Cómo responderán los aliados, los compradores y la propia Rusia determinará si esta táctica logra su objetivo.