El secretario de guerra quería hacerles firmar las reglas que permiten expulsar a cualquier periodista que publique información “no autorizada”, incluso si no está clasificada.
Una inusual escena de protesta sacudió al Departamento de Defensa de EE.UU. este miércoles, cuando decenas de periodistas abandonaron las instalaciones del Pentágono en rechazo a las nuevas normas impuestas por el secretario de Guerra, Pete Hegseth.
Las reglas permiten expulsar a cualquier periodista que publique información “no autorizada”, incluso si no está clasificada, lo que ha sido interpretado por la prensa como un intento de control político e informativo sin precedentes en la era moderna.
La Asociación de Prensa del Pentágono, integrada por 101 corresponsales de 56 medios nacionales e internacionales, rechazó de forma unánime las restricciones, calificándolas como una amenaza directa a la libertad de prensa.
“No se trata solo de acceso. Se trata del principio mismo del periodismo libre frente al poder militar”, expresó un representante de la asociación en un comunicado.
Éxodo coordinado de los medios

Cerca de 40 a 50 periodistas abandonaron el edificio de manera sincronizada, cumpliendo el ultimátum que el propio Pentágono había fijado para aceptar las nuevas condiciones. La acción fue respaldada por una inusual coalición mediática que reunió a nombres tan diversos como Associated Press, The New York Times, Fox News y Newsmax, evidenciando un rechazo transversal que unió a medios progresistas y conservadores bajo una misma causa: la defensa de la libertad informativa.
Según trascendió, la única cadena que aceptó firmar el nuevo acuerdo fue One America News Network (OANN), una televisora conocida por su afinidad con el gobierno de Donald Trump.
El argumento del Pentágono

El secretario Pete Hegseth defendió la medida alegando que busca “orden y sentido común” frente a lo que calificó como una prensa “muy disruptiva”. Contó con el respaldo del propio presidente Trump, quien señaló que “los periodistas deben respetar las normas del país al que sirven”, declaración que generó críticas inmediatas de asociaciones de prensa internacionales.
Sin embargo, analistas y expertos en derechos civiles ven en estas restricciones un retroceso grave en la relación entre el poder militar y la prensa. Para ellos, se está institucionalizando la censura en el corazón de la estructura de defensa estadounidense.
“Esto convierte al Pentágono en una zona de silencio”, comentó un columnista de The Washington Post. “Si los reporteros no pueden cuestionar al poder militar, entonces el público pierde su principal línea de control democrático”.
La prensa promete seguir investigando

Aunque los reporteros ya no tengan acceso directo al edificio, varias redacciones anunciaron que mantendrán su cobertura militar desde el exterior, apoyándose en fuentes independientes, filtraciones y análisis de inteligencia abierta.
“Nos pueden sacar del Pentágono, pero no nos sacarán de la verdad”, declaró un periodista veterano de defensa.
El episodio marca una fractura histórica entre el periodismo y el estamento militar estadounidense, recordando los días más oscuros del secretismo gubernamental durante la Guerra de Vietnam y el escándalo de Watergate.