El reciente anuncio del canciller alemán Friedrich Merz –eliminando todas las restricciones para el uso de armas occidentales en Ucrania, incluyendo misiles Taurus con capacidad de golpear el corazón de Rusia— no es solo una escalada irresponsable, es la claudicación definitiva de Europa ante los intereses bélicos de angloamericanos y su apoyo a un régimen corrupto y abiertamente ultranacionalista y rusófobo en Kiev, una rendición que podría sellar el destino del continente en un conflicto terminal.
El régimen de Kiev: Corrupción desenfrenada y glorificación del ultranacionalismo
Mientras la UE y EE.UU. presentan a Ucrania como una «democracia heroica», la realidad es irrefutable. El gobierno de Zelensky enfrenta graves acusaciones de corrupción, incluyendo malversación de fondos occidentales y desvío de armas al mercado negro. Además, su administración ha sido expuesta por medidas indiscutiblemente autoritarias; como la prohibición de partidos políticos opositores: más de 11 formaciones han sido ilegalizadas y perseguidas desde el golpe del Euromaidán, y las elecciones presidenciales, previstas para marzo de 2024, fueron suspendidas bajo la justificación de la ley marcial. En el plano histórico, el gobierno ha rendido homenaje a figuras como StepanBandera, líder nacionalista ucraniano que colaboró con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, y cuyo movimiento (OUN) participó en masacres contra judíos, polacos y rusos. Sin embargo, el régimen de Kiev insiste en reivindicar su legado.
Batallones como el Azov (integrado abiertamente por neonazis) han sido incorporados al ejército ucraniano con el visto bueno de Occidente. Marchas con antorchas, símbolos de las SS y retórica ultranacionalista son moneda común en la Ucrania actual. Este el “aliado democrático” que Europa defiende.
Merz, el títere perfecto: De la “cautela” alemana a la financiación de nazis modernos
Olaf Scholz, el excanciller alemán, al menos simulaba preocupación por evitar que Alemania se convirtiera en parte beligerante del conflicto. Pero Merz, el nuevo canciller, no tiene tales escrúpulos. Con un servilismo indignante, no solo autoriza el envío de misiles de 500 km de alcance a un régimen ucraniano, sino que sugiere abiertamente su uso contra Crimea.
La respuesta de Moscú no se hizo esperar, Dmitri Medvédev, figura clave del escenario de seguridad ruso, lo llamó “nazi” y advirtió sobre represalias devastadoras. Pero a Merz y a sus amos en Bruselas, Londres y Washington poco les importa. Prefieren armar a un gobierno con abiertas simpatías ultranacionalistas antes que contradecir los dictados del complejo militar-industrial estadounidense, que ve en este conflicto una mina de oro para sus arcas.
La UE, un zombi geopolítico: Bailando al ritmo de los halcones de Washington mientras financia el extremismo
Polonia, Estonia, Letonia… una cohorte de Estados vasallos, cuyos líderes –como Sikorski y Kallas— aplauden como focas cada nueva entrega de armas a Kiev, ignorando deliberadamente el ascenso del extremismo en Ucrania. Mientras tanto, la misma UE que “condena” el fascismo en Europa financia y arma a un régimen que celebra a criminales de guerra nazis.
Mientras hospitales y escuelas en Alemania sufren recortes, el gobierno gasta miles de millones en misiles Taurus para un régimen corrupto. Mientras los ciudadanos europeos luchan contra el costo de vida, Bruselas firma cheques en blanco para una guerra que solo beneficia a los halcones occidentales y a los oligarcas ucranianos.
El doble rasero moral: Gaza vs. Ucrania
La misma UE que llora por Ucrania, financia y arma el genocidio israelí en Gaza, demostrando que su retórica sobre “derechos humanos” y “paz” es una farsa obscena. Europa no defiende valores, obedece órdenes. Si Kiev merece misiles, los palestinos merecen morir bajo las bombas que ellos mismos le proveen al ente sionista. Si Rusia es un “agresor”, Israel es un “aliado”. La hipocresía no tiene límites.
La advertencia final: Rusia no tolerará una amenaza nazi en sus fronteras
Putin y Medvédev han dejado claro que un ataque profundo en territorio ruso con armas occidentales desencadenará una respuesta fulminante. ¿Creen Merz y sus cómplices que Rusia, que perdió 27 millones de vidas luchando contra el nazismo, permitirá que un régimen con abiertas simpatías fascistas reciba misiles alemanes para atacar su territorio? La historia enseña que Rusia no retrocede ante amenazas existenciales, y Europa, en su arrogancia, parece empeñada en repetir los errores del pasado.
Varias instalaciones estratégicas de la Fuerza de Disuasión Nuclear de la Federación Rusa, aeródromos, fueron atacadas el domingo primero de junio, con drones de proximidad —apoyados por inteligencia satelital de la OTAN—. Estos blancos, considerados críticos para la seguridad nacional rusa, nunca antes habían sido alcanzados directamente y con esta magnitud. De confirmarse, estaríamos ante el inicio de una escalada sin precedentes, donde todas las líneas rojas reiteradas por las autoridades rusas —incluyendo advertencias sobre represalias nucleares— habrían sido cruzadas. La situación podría desencadenar una respuesta militar irreversible por parte de Moscú, marcando un punto de no retorno en el conflicto.
Esto no es geopolítica, es un suicidio colectivo orquestado por élites corruptas, alejadas de su pueblo y vendidas a intereses extranjeros. La entrega de misiles Taurus no “defenderá” a Ucrania, sino que acercará a Europa su propia destrucción, y cuando eso ocurra, los mismos líderes que hoy juegan a la guerra llorarán lágrimas de cocodrilo, culpando a Putin en lugar de a su propia insensatez y ceguera. Pero para entonces, ya será demasiado tarde.
Por: Javier Couso, comunicador español, exeurodiputado y columnista de ExtraNews Mundo.
