La afirmación de Donald Trump de que «la UE abrió todo su mercado al libre comercio con EE.UU.» ha encendido las alarmas en Europa y desatado una ola de críticas y escepticismo sobre el acuerdo comercial firmado con Bruselas.
Lejos de ser una victoria contundente, como pretende el mandatario estadounidense, múltiples expertos, políticos y empresarios coinciden en que el pacto es desigual, impracticable e incluso humillante para el bloque europeo.
Pero más allá de ello, al parecer Trump exagera y una mirada más de cerca evidenció los motivos por cuales es impracticable y NO vinculante para Bruselas.
«Han abierto toda la UE al libre comercio [con EE.UU.], algo que nadie pensó que podría suceder», declaró Trump, presumiendo un pacto que, según sus palabras, permitirá a EE.UU. exportar sin pagar aranceles mientras impone un 15 % a los productos europeos.
El presidente también anunció cifras descomunales: «Van a comprar 600.000 millones de dólares en equipo militar nuestro […] y 750.000 millones de dólares en energía».
Trump parece estar exagerando y mintiendo al igual que la UE
Sin embargo, esta narrativa triunfalista contrasta con una realidad mucho más compleja. El acuerdo ha sido tachado de «falso» por el senador demócrata Chuck Schumer, quien advirtió que “Trump está intentando exagerar y mentir sobre sus logros”. Añadió que el acuerdo no es vinculante legalmente, y que “Europa ha admitido que no tiene control sobre si esas inversiones se llevan a cabo o no”.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, por su parte, lo describió como un «gran acuerdo» tras “duras negociaciones”. No obstante, expertos consultados por Politico lo consideran una «fantasía» logística.
Laura Page, analista de la firma Kpler, sostuvo que la promesa de comprar 750.000 millones de dólares en hidrocarburos estadounidenses es «completamente irrealista». Durante 2024, la UE solo compró 87.000 millones a EE.UU. en ese rubro.
Para cumplir lo firmado, Bruselas tendría que triplicar sus importaciones, abandonando a otros proveedores más económicos como Noruega y, aún más polémico, ignorar su consumo persistente de energía rusa.
“La UE no es una empresa. ¿Van a obligar a las empresas europeas a comprar gas y petróleo a EE.UU.?”, cuestionó un especialista del sector energético. Por su parte, la investigadora Anne-Sophie Corbeau explicó que Bruselas aceptó tales cifras “con tal de evitar el 30 %” de aranceles que Trump había amenazado imponer.
El pacto, lejos de traer paz y previsibilidad, como asegura Trump, ha sido calificado por el primer ministro francés como un acuerdo de «sumisión» y un «día sombrío» para Europa. Detrás del show mediático, la supuesta apertura comercial oculta una preocupante realidad: Europa quedó atrapada en una trampa comercial que parece haber beneficiado unilateralmente a Washington, mientras las pequeñas empresas, los agricultores y los consumidores europeos se preparan para pagar la factura.
El acuerdo es retórico huir hacia adelante o una mentira que sirve a ambos

Por otro lado, si el acuerdo no es legalmente vinculante —como dice Chuck Schumer y admiten autoridades europeas— entonces no hay obligación real para que la UE cumpla con las compras o compromisos millonarios que Trump presume.
En ese sentido, el pacto funcionaría más como un acuerdo político o una declaración de intenciones, útil para propaganda de ambas partes, pero sin mecanismos legales que garanticen su ejecución. Eso significa que la “apertura total” del mercado europeo al libre comercio con EE.UU. podría ser más retórica que realidad.
Desde esta perspectiva, se podría decir que Europa aceptó firmar ese acuerdo para evitar las amenazas de aranceles más altos y ganar tiempo, sin comprometerse realmente a cambiar su política comercial ni sus fuentes de energía mientras Trump usa el acuerdo para mostrar una victoria política interna.