La Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU 2025 parte de la perspectiva de que el país debe definir sus prioridades.
Este documento afirma que Estados Unidos ha estado involucrado en objetivos dispersos durante años, por lo que ha gastado mucha energía y dinero en asuntos ajenos a los intereses del pueblo.
Por lo tanto, ahora el objetivo principal es utilizar el poder militar, económico y político del país únicamente para defender directamente la seguridad y el poder de Estados Unidos.
Con este enfoque, Washington ya no busca una fuerte presencia en todo el mundo, sino centrarse en prevenir la aparición de grandes competidores y proteger la seguridad nacional. La parte más importante de este documento es la sección de Principios Estratégicos, ya que especifica cómo Estados Unidos quiere interactuar con el mundo.
Esta sección enfatiza que el país debe controlar sus costos, evitar intervenciones prolongadas con resultados inciertos y regular sus relaciones con otros países en función de sus intereses reales. El documento establece claramente que Estados Unidos no debe involucrarse en proyectos a largo plazo para cambiar regímenes o construir países.
Estos principios prácticamente crean una nueva dirección en la política exterior y su impacto se percibe en todas las regiones.
En Oriente Medio, el documento adopta un enfoque pragmático y de bajo costo. Estados Unidos afirma que la importancia de la región ha disminuido en comparación con el pasado, a medida que la energía global se ha diversificado y la prioridad de la competencia se ha desplazado hacia las grandes potencias.
El objetivo de Washington ya no es rediseñar la región ni tener una fuerte presencia militar, sino gestionar los riesgos. Esto significa prevenir amenazas a la seguridad energética, apoyar la seguridad de Israel, mantener abiertas las rutas marítimas e impedir que los enemigos de Estados Unidos utilicen la región para causar daño.
En cuanto a Irán, la atención se centra en contener las conductas que Estados Unidos considera amenazantes; por supuesto, se añade que esta contención debe llevarse a cabo sin que Estados Unidos entre en una guerra o un conflicto a gran escala con Irán y sus aliados.
El documento también establece que Estados Unidos debe transferir responsabilidades a los países de la región en la medida de lo posible.
En otras palabras, en lugar de gestionar directamente todas las crisis, prefiere que los gobiernos regionales garanticen la seguridad y la estabilidad, y que Washington intervenga solo cuando sea necesario.
También se enfatiza que las reformas políticas en los países de Oriente Medio deben comenzar desde dentro de esos países y que Estados Unidos no ejercerá una fuerte presión para el cambio político, excepto cuando estos cambios se hayan formado de forma natural y a nivel nacional.
Resumen: En general, el documento de 2025 marca un giro importante; en otras palabras, Estados Unidos pretende lograr más resultados con menos costos y centrarse en el poder interno y la competencia con las grandes potencias. Desde esta perspectiva, Oriente Medio ya no es una prioridad absoluta, sino una región que debe ser controlada, no reconstruida. La consecuencia de este enfoque es que el peso de los países de la región, incluido Irán, en la ecuación de la seguridad aumentará, a medida que Estados Unidos busca reducir su papel directo. De continuar por este camino, el futuro de Oriente Medio dependerá más que nunca de las decisiones y la competencia de los actores locales, más que de una amplia intervención estadounidense. De ahora en adelante, el enfoque principal debe ser prevenir la aparición de grandes competidores, mantener el poder nacional y proteger la seguridad interna.
Autor: Seyed Mohammad Javad Hosseini, Analista de Asuntos Políticos Internacionales en Asia
