¿Se premia a quienes piden invasiones y terroristas Premio para Maria Corina Machado o para la ultraderecha internacional?
El reciente otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado (2025) ha encendido una ola de críticas, en cuanto a los criterios, la legitimidad y el uso político del galardón, que muchos ven como otra señal de que este prestigioso reconocimiento se ha desvirtuado.
El Nobel ya no premia la paz, sino las narrativas alineadas con intereses geopolíticos, especialmente cuando hay discursos que piden intervenciones extranjeras, sanciones internacionales o cambios de régimen.

El Comité noruego justificó su decisión: Machado, líder opositora venezolana, recibe el galardón por su lucha por derechos democráticos y la promoción de una transición “justa y pacífica” del autoritarismo en Venezuela. En su anuncio se afirma que ella “mantiene la llama de la democracia encendida en medio de una oscuridad creciente”.
Pero la crítica se concentra en que Machado ha sido objeto de sanciones, censura política, y prohibiciones legales en su país, y también de que mantiene alianzas y discursos considerados agresivos o intervencionistas.
Se le acusa de no solo enfrentarse al autoritarismo, sino de fomentar justificaciones para injerencia extranjera — algo que, para muchos críticos, convierte al Nobel en un instrumento diplomático más que en reconocimiento de paz.
Muchas de las voces críticas recuerdan casos anteriores: Barack Obama recibió el Nobel de la Paz en 2009, poco después de asumir la presidencia de EE.UU., con el argumento de su promesa de cambio, antes de que su administración desencadenara campañas militares con drones.
Otros mencionan a Juan Manuel Santos, galardonado en 2016 por el proceso de paz en Colombia, pese a denuncias de violaciones de derechos humanos persistentes durante su mandato.
Estos ejemplos se usan para demostrar que el Premio se ha convertido en un mecanismo para legitimar a figuras con agendas geopolíticas convenientes para potencias hegemónicas, más que premiar logros concretos de paz.
María corina Machado recibe el Nobel de la Paz por entregar los recursos de los venezolanos
En el caso de Machado, sus críticos apuntan que su ideario político incluye reformas liberales fuertes (privatizaciones, reducción del Estado, persecución y exterminio político), y que ha pedido sanciones contra el gobierno de Maduro, lo que abre la puerta a intervenciones diplomáticas o presión extranjera, si no militar, al menos política y económica en contra de su propio pueblo.
Algunos sectores advierten que ese tipo de respaldo internacional puede servir para preparar el terreno para una intervención directa en Venezuela, legitimada con una apariencia de consenso global, en nombre de la democracia que predica la “ultraderecha internacional”.
Un premio las fascismo

También se cuestiona la coherencia interna del premio: ¿cómo conciliar la idea de paz con discursos que demandan sanciones, bloqueos u otras formas de presión que perjudican a la población civil? Para quienes critican, el Nobel ya no distingue entre los que promueven la justicia pacífica y quienes impulsan la confrontación política como estrategia internacional.
Otra arista del debate está en cómo la historia reciente del Premio muestra una tendencia a premiar promesas más que resultados tangibles. Barack Obama fue premiado apenas comenzaba, Santos recibió reconocimientos mientras conflictos seguían; esto ha creado una expectativa de que el Nobel puede ser usado como herramienta de soft power, otorgando legitimidad internacional antes de que los hechos convenzan.
La de Machado, según los críticos, podría ser otro de esos casos: símbolo fuerte de oposición, sí, pero también figura polarizante, con discursos que algunos consideran agresivos.
Estos críticos concluyen que el Premio Nobel de la Paz ha perdido, en parte, su esencia: no basta con prometer democracia, defender derechos desde el discurso, o denunciar autoritarismos.
Para muchos, lo esencial debería ser la capacidad de generar reconciliación, transformación real y duradera, sin depender de intereses externos ni de alianzas con agendas geopolíticas que no siempre se alinean con el bienestar popular.
Un comité políticamente “neutral”, pero ideológicamente occidental ¿El premio nobel de PAX?
🟦 1. Berit Reiss-Andersen (Presidenta)
- Partido: Laborista Noruego (Arbeiderpartiet, centroizquierda socialdemócrata).
- Perfil: Abogada y exviceministra de Justicia. Aunque viene de la socialdemocracia, ha mostrado posiciones pro-OTAN y alineadas con la política exterior occidental, especialmente en temas como Ucrania o Venezuela.
- Tendencia: Centrista-liberal con simpatías por el orden occidental liberal. actúa dentro del marco ideológico atlantista.
- Relación con la derecha internacional: Indirecta. A pesar de su partido, ha respaldado premiaciones funcionales a la narrativa occidental (Obama, la oposición bielorrusa, etc.).
🟦 2. Asle Toje (Vicepresidente)
- Partido: Cercano al Partido del Progreso (FrP), derecha nacionalista noruega.
- Perfil: Académico conservador, doctor en relaciones internacionales. Defiende una visión realista y pro-OTAN de la política global. Ha escrito artículos donde justifica intervenciones militares “en nombre de la democracia”.
- Tendencia: Derecha liberal con tintes nacionalistas.
- Relación con la derecha internacional: Alta. Es cercano a círculos intelectuales vinculados a think tanks europeos de derecha y ha mostrado afinidad con el discurso de “libertad occidental” frente a potencias como Rusia o China.
🟦 3. Kristin Clemet
- Partido: Høyre (Partido Conservador de Noruega).
- Perfil: Exministra de Educación y empresaria. Directora del think tank Civita, que promueve políticas neoliberales y promercado.
- Tendencia: Derecha liberal.
- Relación con la derecha internacional: Muy cercana. Civita tiene vínculos con la red Atlas Network, que agrupa think tanks de derecha en América y Europa. Su ideología está alineada con la “democracia de libre mercado” y las élites corporativas globales.
- Postura política: Abiertamente opuesta a gobiernos progresistas latinoamericanos, incluidos los de Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
🟦 4. Jørgen Watne Frydnes
- Partido: Laborista Noruego (centroizquierda).
- Perfil: Experto en derechos humanos y gestión de crisis. Aunque procede de la izquierda, mantiene un discurso fuertemente pro-OTAN y defensor de la narrativa occidental de “democracia liberal”.
- Tendencia: Socialdemócrata moderado, pero ideológicamente alineado con el bloque occidental.
- Relación con la derecha internacional: Indirecta; sin embargo, su postura intervencionista “humanitaria” lo acerca a la corriente del “liberalismo militarizado”.
🟦 5. Anne Enger
- Partido: Partido del Centro (agrarista, centrista con tendencias conservadoras en valores).
- Perfil: Exministra de Cultura y exlíder del Partido del Centro. Conocida por su postura euroescéptica, pero alineada con las políticas de derechos humanos de la UE y la OTAN.
- Tendencia: Centro-derecha moderada.
- Relación con la derecha internacional: Limitada, aunque comparte la lógica del orden occidental y sus mecanismos de “legitimación moral”, como el Nobel de la Paz.
Aunque formalmente plural, el Comité Nobel actual se mueve dentro de un consenso atlantista: todos los miembros, sin excepción, comparten la defensa del modelo de “democracia liberal pro-OTAN” y la legitimación de intervenciones “por la paz”.
Al final, lo que se está lavando no es solo la cara de Machado, aseguran sus críticos, sino la legitimidad de la institución Nobel misma, que al premiar este tipo de liderazgos diluye su prestigio moral, y pone en evidencia que ya no basta con la promesa de la paz, sino que se busca el alineamiento geopolítico.